viernes, 26 de junio de 2009

"SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, UN APASIONADO POR LA UNIVERSIDAD"


Dr. Hugo Calienes Bedoya
Rector USAT

El día 26 de junio la Iglesia universal celebra la fiesta de San Josemaría Escrivá de Balaguer, “el santo de lo ordinario”, como lo llamó su santidad Juan Pablo II de recordada memoria. Con esta definición tan atractiva y adecuada a una sociedad habituada a los slogans y a los dichos acertados que expresen un todo, pretendía sin duda, dejar muy claro y de manera sintética el contenido del mensaje del que era portador san Josemaría: volver a recordar a la humanidad una verdad olvidada desde la primitiva cristiandad, la llamada universal a la santidad. “Hijos míos, allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro con Cristo. Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres.”[1] Por eso era muy categórico cuando decía: “No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al señor, o no lo encontraremos nunca”.[2]

Sin embargo, dada mi condición de profesor universitario quisiera referirme a su talante universitario, a su vocación universitaria que lo llevó no solo a dedicar unos largos años a la docencia sino a su constante preocupación por todo lo que ocurría en el mundo universitario e interviniendo en él, bien dando luces que orientara conductas o, bien promoviendo, a lo largo y ancho del mundo, cientos de variadas iniciativas de carácter universitario (Universidades y Centro Culturales Universitarios) donde se cultivara el auténtico espíritu universitario, fundamento para construir una sociedad más justa y solidaria. “La universidad –lo sabéis, porque lo estáis viviendo o lo deseáis vivir- debe contribuir desde una posición de primera importancia al progreso humano. Como los problemas planteados en la vida de los pueblos son múltiples y complejos –espirituales, culturales, sociales, económicos, etc.- la formación que debe impartir la Universidad ha de abarcar todos estos aspectos. No basta el deseo de querer trabajar por el bien común; el camino, para que este deseo sea eficaz, es formar hombres y mujeres capaces de conseguir una buena preparación, y capaces de dar a los demás el fruto de esa plenitud que han alcanzado.”[3]

A san Josemaría le apasionaba todo lo relacionado con la universidad pero la veía en su auténtica misión de servicio. “Es necesario que la Universidad forme a los estudiantes en una mentalidad de servicio: servicio a la sociedad, promoviendo el bien común con su trabajo profesional y con su actuación cívica. Los universitarios necesitan ser responsables, tener una sana inquietud por los problemas de los demás y un espíritu generoso que les lleve a enfrentarse con estos problemas, y a procurar encontrar la mejor solución. Dar al estudiantes todo esto es tarea de la Universidad”.[4] Es un irrenunciable programa de trabajo para los que estamos inmersos en la enseñanza, e investigación, en y desde la universidad. Estos sólidos e indispensables criterios deben recorrer transversalmente los currículos de toda Universidad.

Hay otro aspecto que no quisiera soslayar, la enseñanza religiosa en los claustros universitarios que, para algunos, puede considerarse como más propia de los colegios de corte religioso o, exclusiva de universidades confesionales. “La religión es la mayor rebelión del hombre que no quiere vivir como una bestia, que no se conforma –que no se aquieta- si no trata y conoce al Creador: el estudio de la religión es un necesidad fundamental. Un hombre que carezca de formación religiosa no está completamente formado. Por eso la religión debe estar presente en la Universidad; y ha de enseñarse a un nivel superior, científico, de buena teología. Una Universidad de la que la religión está ausente, es una Universidad incompleta: porque ignora una dimensión fundamental de la persona humana, que no excluye –sino que exige- las demás dimensiones.”[5]


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[1] S. Josemaría Escriva, “Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer”, XIII edición, Ed. Rialp. Madrid 968, n. 113.
[2] Ibiden, n.114
[3] Ibiden, n. 73
[4] Ibiden, n. 74
[5] Ibiden, n. 73