lunes, 2 de junio de 2008

LA RIQUEZA DEL TRIUNFADOR RADICA EN SACAR PROVECHO DE LAS EQUIVOCACIONES




Por: Flor Mogollón Torres.
Profesora adscrita al Departamento de Ciencias de la Salud




La fe en sí mismo en lo que hacemos, pensamos y sentimos, la estima propia, la humildad para aprender de los errores cometidos y la voluntad para comenzar de nuevo, son remedios infalibles contra el fracaso. Los requisitos indispensables para lograr el triunfo son: nuestros ideales, nuestros sueños, nuestros valores, la acción, la perseverancia y una visión mental positiva de las cosas.

Los pensamientos positivos acompañados de la acción nos llevan a la grandeza. Los pensamientos negativos acompañados del miedo conducen indefectiblemente a la miseria, a la indignidad, al sometimiento, a la individualidad, a la desgracia y, en no muy pocos casos, a la deshonestidad, a la pérdida de valores y al fracaso.
Sin embargo, entre nuestros pensamientos, nuestros sueños y la necesidad de acción se interponen siempre el temor a la crítica y al rechazo. Cuando ese temor es más poderoso que el sueño y la acción, inevitablemente aparecen en nuestras vidas el estancamiento, la adversidad y la frustración.

Lamentablemente durante la etapa de formación, la familia, la escuela, la universidad y en fin la sociedad misma prepara a los individuos para el triunfo pero nunca para el fracaso. En la vida cotidiana, sin embargo, son más frecuentes el fracaso y el fracasado que el éxito y el triunfador, la pobreza abunda más que la riqueza; y la desilusión más recurrente que los logros. Es necesario entonces enseñar a superar la pobreza no sólo de pensamiento sino espiritual y material, pero también a sobrevivir a las desilusiones y a sacar provecho de las equivocaciones que es donde está la riqueza del triunfador y del camino a la excelencia.

Cuando creemos haber fracasado en algún propósito surgen el desaliento, la desesperación, la falta de energías, la frustración y la desesperanza. Pero seria bueno estar concientes que el lado bueno del fracaso surge en quienes tienen la visión suficiente para aprender y la fortaleza para levantarse, sacudirse el polvo y seguir adelante, luchando hasta obtener lo deseado: tus metas, tus sueños, tus ideales. Lamentablemente esta no es la actitud de la generalidad, quienes después de haber caído se sienten pusilánimes, impotentes, indefensos e incapaces de continuar. .

No seamos uno mas de estas personas, luchemos día a día con todas nuestras energías, con todas nuestras armas, y con toda nuestra fe, con la esperanza siempre de encontrar lo que buscamos, lo que anhelamos, pero sin olvidar que existe un Dios que guía nuestros pasos y que quiere que nos dejemos guiar por él, entregándonos en cuerpo y alma a su voluntad.

No olvidemos entonces que el camino a la excelencia es la perseverancia, acompañado de la fe y la acción con actitud mental positiva y que el fracaso es la oportunidad de empezar de nuevo pero con mas inteligencia.