miércoles, 13 de febrero de 2008

UNIVERSIDADES CATÓLICAS

Algunos comentarios sobre la “Ex corde Ecclesia” (I)


Por: Dr. Hugo Calienes Bedoya
Decano de la Facultad de Medicina
Su santidad Juan Pablo II, dentro de su riquísimo y vasto magisterio, ha dejado un importante documento, “Ex Corde Ecclesia”, en el que define muy claro las características de toda universidad de la Iglesia Católica. Criterios que no admiten componendas. La iglesia no impone, es madre y maestra, pero sí tiene el derecho de determinar cuáles son las coordenadas dentro de las cuales debe desenvolverse una universidad que desea libremente ser reconocida como católica.

“Nacida en el corazón de la Iglesia, la Universidad Católica se inserta en el curso de la tradición que remonta al origen mismo de la Universidad como institución, y se ha revelado siempre como un centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad. Por su vocación la Universitas magistrorum et scholarium se consagra a la investigación, a la enseñanza y a la formación de los estudiantes, libremente reunidos con sus maestros animados todos por el mismo amor del saber. Ella comparte con todas las demás Universidades aquel gaudium de veritate, tan caro a San Agustín, esto es, el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en todos los campos del conocimiento. Su tarea privilegiada es la de «unificar existencialmente en el trabajo intelectual dos órdenes de realidades que muy a menudo se tiende a oponer como si fuesen antitéticas: la búsqueda de la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad» (1)

Así comienza el documento. No cabe duda que la singular tarea de la universidad católica (armonizar ciencia y fe) es un programa ambicioso que requiere, además de un profundo análisis para determinar los mejores modos de conseguir los objetivos en el largo plazo, una serie de medidas prácticas en el corto plazo. Dentro de las primeras y elementales medidas del corto plazo, están las de incluir materias que favorezcan este propósito y que estos contenidos queden, de alguna manera, reflejados transversalmente en las sumillas de las asignaturas de las carreras que ofrece la universidad. Conjuntamente, el empeño de los profesores por incorporar a su vida personal-profesional las exigencias de una fe bien vivida que influya en la ciencia que cultivan y enseñan.

La finalidad es hacer que se logre «una presencia, por así decir, pública, continua y universal del pensamiento cristiano en todo esfuerzo tendiente a promover la cultura superior y, también, a formar a todos los estudiantes de manera que lleguen a ser hombres insignes por el saber, preparados para desempeñar funciones de responsabilidad en la sociedad y a testimoniar su fe ante el mundo» ( 2)

En este sentido, las universidades católicas deben ocuparse de organizar actividades que tiendan a perfeccionar el conocimiento y la práctica religiosa de todos, así como organizar otros eventos científicos. Tanto a los alumnos como a los profesores no les extrañará la invitación a participar de estas actividades y nadie podrá sentirse coaccionado porque forma parte de la coherencia de su compromiso electivo de estudiar o trabajar en una universidad católica.

El laicismo (prescindir de Dios) es contrario a la naturaleza de la persona humana que es esencialmente religiosa. Nadie puede privarla de este derecho natural. La universidad católica, si es fiel a sus raíces, tiene que facilitar el encuentro del hombre con Dios. Edith Stein, filósofa judía hambrienta por descubrir verdad (muerta en los campos de extermino nazi), narrando su experiencia personal decía que cuando se busca sinceramente la verdad necesariamente se encuentra a Jesucristo.

“Sin descuidar en modo alguno la adquisición de conocimientos útiles, la Universidad Católica se distingue por su libre búsqueda de toda la verdad acerca de la naturaleza, del hombre y de Dios. Nuestra época, en efecto, tiene necesidad urgente de esta forma de servicio desinteresado que es el de proclamar el sentido de la verdad, valor fundamental sin el cual desaparecen la libertad, la justicia y la dignidad del hombre. Por una especie de humanismo universal la Universidad Católica se dedica por entero a la búsqueda de todos los aspectos de la verdad en sus relaciones esenciales con la Verdad suprema, que es Dios” (3).

(1), (2), (3) “Ex Corde Ecclesia”, Juan Pablo II, Roma, 13.I.1989.