martes, 12 de febrero de 2008

BIENES PRIVADOS Y BIENES PÚBLICOS

Por: Jesús Castillo More
Director de la Escuela de Economía

Las necesidades de alimentación, vivienda, vestido, salud, educación, transporte, recreación, se satisfacen con bienes y servicios, los que a su vez se obtienen con recursos naturales, tecnológicos y humanos.

Los bienes se clasifican en libres y escasos. Son libres los que siendo indispensables como el aire, son regalo de la naturaleza, son escasos aquellos que para conseguirlos nos inducen a renunciar a otro bien, es decir tienen un costo de oportunidad o costo económico: la alternativa sacrificada por decidirnos por algo. Así, el costo de cultivar más maíz es cosechar menos trigo.

La teoría económica tiene criterios precisos para clasificar los bienes escasos, que son los de su campo de estudio. Estos criterios son el de Exclusión Posible o no posible y el de Consumo Rival o no rival.
El criterio de Exclusión se refiere a la posibilidad o no, que un productor de un bien pueda discriminar a quien le entrega el resultado de su esfuerzo productivo y a quien no.

El panadero se levanta a las cuatro de la mañana a hacer el pan no tanto porque sea buena gente y se preocupe de tenernos pan calientito para el desayuno, sino porque sabe que puede ejercer este criterio de exclusión: le entrego el pan solamente al que lo pague.
Esto le da una garantía que su trabajo será retribuido y lo motiva a ser un productor de pan, lo que posibilita una oferta de pan.
El criterio de Consumo se refiere a la posibilidad de que el consumo sea rival o no.
El consumidor de pan sabe que el pan es exclusivo para él y una vez que lo consuma ese pan desaparece y no está disponible para nadie más, por lo que si quiere comer pan también sabe que tendrá que pagarlo, lo que da lugar a una demanda de pan.


Cuando hay oferta y demanda, surge un mercado, donde las presiones de oferta y demanda establecen un precio y una cantidad de equilibrio del pan en este caso. Estos son los llamados Bienes Privados, donde el mercado a través de oferta y demanda es el mecanismo para producir y consumir.
La situación es distinta cuando la Exclusión no es posible. Ningún empresario se anima a instalar semáforos porque a diferencia del panadero, no tiene como excluir a quien le entrega el servicio: el semáforo está a la vista de todos. No tiene como cobrar y por lo tanto no habrá oferta.

Si a alguien se le pregunta si quiere un semáforo en la esquina de su casa, dirá que si, pero si le preguntan cuánto está dispuesto a pagar, lo pensará dos veces, se resiste a pagar porque sabe que el servicio no es exclusivo para él y lo puede disfrutar sin pagar, dejándole el pago a los otros. Este es el caso de los Free Riders o Polizontes, que quieren disfrutar de un bien sin pagarlo. En este caso no hay demanda. Al no haber oferta ni demanda no hay mercado y tampoco habría semáforos.
Dada la importancia de los semáforos, se necesita de un Proceso Político que permita elegir autoridades, darles poder para realizar cobros coercitivos o impuestos para financiar su instalación y poner límites a la autoridad elegida a través de una Constitución o normas legales.


Hay bienes como Defensa Nacional, Administración de Justicia, Infraestructura Pública que están en el mismo caso de los semáforos y que no tienen demanda ni oferta: son los llamados Bienes Públicos, que requieren la presencia de autoridades nacionales, regionales y locales y pagos coercitivos.
Al aplicar los criterios de exclusión y consumo, Educación y Salud resultan siendo bienes privados porque la exclusión es posible y el consumo rival, lo que permite una oferta y una demanda, es decir un mercado, lo que explica la existencia de colegios privados y clínicas privadas. Sin embargo la sociedad considera bueno contar con estos servicios y está dispuesta a subsidiarlos por considerarlos bienes meritorios, distintos al tabaco y alcohol que son nocivos y no meritorios sujetos a impuestos.

Gracias a estos criterios de Exclusión y Consumo, se ha podido establecer que las carreteras, puertos y aeropuertos, que antes se consideraban como bienes públicos de responsabilidad del Estado, son en realidad bienes privados, sujetos a oferta y demanda, lo que permite la inversión privada y el disfrute de infraestructura que aumenta el bienestar de los usuarios que están dispuesto a pagar por ello.