miércoles, 14 de mayo de 2008

La Universidad Católica y su deber de educar en la verdad



Lic. Marco Antonio Alberca Balarezo.

Docente adscrito al Dpto. de Ciencias Teológicas.

“A todos ustedes les digo: sean testigos de esperanza. Alimenten su testimonio con la oración. Den razón de la esperanza que caracteriza sus vidas (cf. 1 Pe 3,15), viviendo la verdad que proponen a sus estudiantes. Ayúdenles a conocer y a amar a Aquel que han encontrado, cuya verdad y bondad ustedes han experimentado con alegría” (Benedicto XVI).

Muy a propósito del discurso del Santo Padre, pronunciado en la Universidad Católica de América - USA, conviene recordar y sobre todo no perder de vista el hecho de que la educación es, en esencia, formación de la persona y ello incluye necesariamente la transmisión de valores éticos, estéticos y religiosos.

Hoy más que nunca se hace necesario que quienes tenemos la responsabilidad de educar, como en nuestro caso, desde una universidad católica, logremos entender que estamos llamados no sólo a transmitir conocimientos, sino que estamos llamados a ser acompañantes de nuestros estudiantes en lo que constituye un caminar por la vida buscando la verdad. Y no cualquier verdad, sino de la verdad auténtica, aquella que se manifiesta en el innato deseo de cada ser humano de conocer y que constituye el contexto de la búsqueda humana sobre el significado de la vida.

Por eso es que se hace necesario ayudar a nuestros estudiantes a descubrir aquella verdad que les haga verdaderamente libres. Cuánta razón encierran las palabras de nuestro Santo Padre al recordarnos que : “quien busca la verdad se transforma en uno que vive de fe” (Cfr. Fides et Ratio 31); a esto estamos llamados los educadores católicos, esta es la misión del profesor universitario católico; vivir y asumir su vocación a partir de una constante y permanente búsqueda de sabiduría; y es que sólo así el hombre es feliz, pues en la medida en que desarrolla su sabiduría se encuentra, se descubre, alcanza aquel sumo bien que le es debido.

Quienes formamos parte de esta casa de estudios debemos hacer nuestro el reto que nos propone el Romano Pontífice cuando nos invita a ayudar a nuestros estudiantes a salir de esa "crisis de verdad" contemporánea la cual está radicada en una "crisis de fe". Nuestros jóvenes estudiantes necesitan de personas cuyos conocimientos y experiencia de vida les ayuden a encontrar el camino verdadero que les lleve a lo que todos de alguna manera buscamos, esto es: descubrir la alegría de entrar en "el ser para los otros" de Cristo.
Es a través de sus maestros y orientadores, que los jóvenes estudiantes universitarios deben llegar a descubrir que “La libertad no es la facultad para desentenderse de; es la facultad de comprometerse con, una participación en el Ser mismo. Como resultado, la libertad auténtica jamás puede ser alcanzada alejándose de Dios”.

Concluyo refiriéndome a las palabras con las cuales doy inicio a este artículo. Son frases muy sugestivas las que nos presenta Benedicto XVI, toda vez que si les ponemos la debida atención comprenderemos que está en nosotros lograr lo que queremos para nuestros estudiantes; ellos esperan que sus maestros sean finalmente curtidos caminantes que han aprendido a subir la cuesta de la vida a base de una sincera apertura a la verdad, y que ahora, a partir de un auténtico testimonio de vida, les ayuden a encontrarse con sentido en esta vida que nos ha sido dada, justamente para que sea fructífera.