Por: Flor Mogollón Torres.
Profesora adscrita al Departamento de Ciencias de la Salud
Profesora adscrita al Departamento de Ciencias de la Salud
La fe en sí mismo en lo que hacemos, pensamos y sentimos, la estima propia, la humildad para aprender de los errores cometidos y la voluntad para comenzar de nuevo, son remedios infalibles contra el fracaso. Los requisitos indispensables para lograr el triunfo son: nuestros ideales, nuestros sueños, nuestros valores, la acción, la perseverancia y una visión mental positiva de las cosas.
Los pensamientos positivos acompañados de la acción nos llevan a la grandeza. Los pensamientos negativos acompañados del miedo conducen indefectiblemente a la miseria, a la indignidad, al sometimiento, a la individualidad, a la desgracia y, en no muy pocos casos, a la deshonestidad, a la pérdida de valores y al fracaso.
Sin embargo, entre nuestros pensamientos, nuestros sueños y la necesidad de acción se interponen siempre el temor a la crítica y al rechazo. Cuando ese temor es más poderoso que el sueño y la acción, inevitablemente aparecen en nuestras vidas el estancamiento, la adversidad y la frustración.
Sin embargo, entre nuestros pensamientos, nuestros sueños y la necesidad de acción se interponen siempre el temor a la crítica y al rechazo. Cuando ese temor es más poderoso que el sueño y la acción, inevitablemente aparecen en nuestras vidas el estancamiento, la adversidad y la frustración.
Lamentablemente durante la etapa de formación, la familia, la escuela, la universidad y en fin la sociedad misma prepara a los individuos para el triunfo pero nunca para el fracaso. En la vida cotidiana, sin embargo, son más frecuentes el fracaso y el fracasado que el éxito y el triunfador, la pobreza abunda más que la riqueza; y la desilusión más recurrente que los logros. Es necesario entonces enseñar a superar la pobreza no sólo de pensamiento sino espiritual y material, pero también a sobrevivir a las desilusiones y a sacar provecho de las equivocaciones que es donde está la riqueza del triunfador y del camino a la excelencia.
Cuando creemos haber fracasado en algún propósito surgen el desaliento, la desesperación, la falta de energías, la frustración y la desesperanza. Pero seria bueno estar concientes que el lado bueno del fracaso surge en quienes tienen la visión suficiente para aprender y la fortaleza para levantarse, sacudirse el polvo y seguir adelante, luchando hasta obtener lo deseado: tus metas, tus sueños, tus ideales. Lamentablemente esta no es la actitud de la generalidad, quienes después de haber caído se sienten pusilánimes, impotentes, indefensos e incapaces de continuar. .
No seamos uno mas de estas personas, luchemos día a día con todas nuestras energías, con todas nuestras armas, y con toda nuestra fe, con la esperanza siempre de encontrar lo que buscamos, lo que anhelamos, pero sin olvidar que existe un Dios que guía nuestros pasos y que quiere que nos dejemos guiar por él, entregándonos en cuerpo y alma a su voluntad.
No olvidemos entonces que el camino a la excelencia es la perseverancia, acompañado de la fe y la acción con actitud mental positiva y que el fracaso es la oportunidad de empezar de nuevo pero con mas inteligencia.
Cuando creemos haber fracasado en algún propósito surgen el desaliento, la desesperación, la falta de energías, la frustración y la desesperanza. Pero seria bueno estar concientes que el lado bueno del fracaso surge en quienes tienen la visión suficiente para aprender y la fortaleza para levantarse, sacudirse el polvo y seguir adelante, luchando hasta obtener lo deseado: tus metas, tus sueños, tus ideales. Lamentablemente esta no es la actitud de la generalidad, quienes después de haber caído se sienten pusilánimes, impotentes, indefensos e incapaces de continuar. .
No seamos uno mas de estas personas, luchemos día a día con todas nuestras energías, con todas nuestras armas, y con toda nuestra fe, con la esperanza siempre de encontrar lo que buscamos, lo que anhelamos, pero sin olvidar que existe un Dios que guía nuestros pasos y que quiere que nos dejemos guiar por él, entregándonos en cuerpo y alma a su voluntad.
No olvidemos entonces que el camino a la excelencia es la perseverancia, acompañado de la fe y la acción con actitud mental positiva y que el fracaso es la oportunidad de empezar de nuevo pero con mas inteligencia.