Mirtha Flor Cervera Vallejos
Profesora adscrita al departamento de Ciencias de la Salud
Pertenecemos al mundo laboral sea intelectual o manual, nuestra vida esta hecha de horarios, exigencias, investigaciones, ilusiones, contrariedades, etc., actividades experimentadas cada día cuando nos relacionamos con los demás, o les proporcionamos un servicio, porque trabajar es servir constituyéndonos todos en el fundamento de la sociedad.
Y, si somos fundamento de la sociedad ¿cómo debemos auto comprendernos para que el trabajo siendo servicio para los demás, no se convierta en un obstáculo para nuestra realización personal, sino que forme parte de nuestro camino a la plenitud para crear un mundo en la que la verdad del hombre sea respetada y proclamada? sin duda, será a través de la ética, con ella, alcanzaremos siempre el sentido y todo el alcance de lo que hacemos[1]. La ética surge porque el hombre tiene que conducir su propio existir, donde debe ser considerado como un fin en sí mismo, valioso y digno de suyo. Por tanto, en nuestro trabajo siempre aportaremos, convirtiéndose en un centro de iniciativa y fuente de innovación[2].
“Y seremos innovadores por la capacidad que tenemos de dar más de sí e incrementar la realidad”, además nuestro existir activo está en las propias manos, porque somos libres y ser libre como describe Aristóteles es ser dueño de los propios actos. Es decir, cuando trabajamos teniendo en cuenta los resultados de la acción en otras personas distintas a nosotros: el servicio prestado, las facilidades otorgadas, la ayuda al compañero, el bien de los demás, etc. entonces se puede decir que hemos integrado unitivamente todas las dimensiones de nuestra labor y lo hacemos verdaderamente de acuerdo a nuestro ser personal. Por otro lado, si a través de las actuaciones no nos enriquecemos, mejoramos o desarrollamos humanamente, entonces estaremos traicionando a su nuestro propio ser.
Este propio ser, se perfecciona con el trabajo bien hecho, el cual puede o no, ser exitoso, sin embargo, esta bien hecho, por la recta intencionalidad al ejecutarlo, por el cuidado que se pone en los detalles, porque esta acompañado de espíritu de servicio, en cambio, en un trabajo que solo interesa el éxito, sin pensar en las personas, sin medir las consecuencias, solo queda en eso: un algo temporal, pasajero, sin mayores repercusiones; el primero genera paz en el alma, que se evidencia en las relaciones interpersonales; el segundo, produce agobio, inquietud, ya no hay tiempo para los amigos, desaparece la alegría al vislumbrar sólo dificultades
Por el contrario, el trabajo bien hecho con ética, nos permite transitar por el camino de la realización, nos transformamos en un equipo esperanzador, mantenemos serenidad ante la dificultades, somos amables con todos, no nos asustamos de nuestras limitaciones y errores porque forman parte de la vida, si, rectificamos cuantas veces sean necesarias, porque laboramos con visión cristiana; desplegando una serie de virtudes propia del trabajo como bien supremo: donación , amor, fortaleza, paciencia, eficacia, sabiendo que el camino de la virtud es arduo y, aunque pueda ser afectado por el entorno cultural es irreductiblemente personal con afán de servicio para que los demás sean felices.
Este propio ser, se perfecciona con el trabajo bien hecho, el cual puede o no, ser exitoso, sin embargo, esta bien hecho, por la recta intencionalidad al ejecutarlo, por el cuidado que se pone en los detalles, porque esta acompañado de espíritu de servicio, en cambio, en un trabajo que solo interesa el éxito, sin pensar en las personas, sin medir las consecuencias, solo queda en eso: un algo temporal, pasajero, sin mayores repercusiones; el primero genera paz en el alma, que se evidencia en las relaciones interpersonales; el segundo, produce agobio, inquietud, ya no hay tiempo para los amigos, desaparece la alegría al vislumbrar sólo dificultades
Por el contrario, el trabajo bien hecho con ética, nos permite transitar por el camino de la realización, nos transformamos en un equipo esperanzador, mantenemos serenidad ante la dificultades, somos amables con todos, no nos asustamos de nuestras limitaciones y errores porque forman parte de la vida, si, rectificamos cuantas veces sean necesarias, porque laboramos con visión cristiana; desplegando una serie de virtudes propia del trabajo como bien supremo: donación , amor, fortaleza, paciencia, eficacia, sabiendo que el camino de la virtud es arduo y, aunque pueda ser afectado por el entorno cultural es irreductiblemente personal con afán de servicio para que los demás sean felices.
[1] Luis Retegui (1999). “El Trabajo humano” , p.23.España
[2] Leonardo Polo (2007). “Ayudar a crecer”.,p. 62.España