Por: Jesús Castillo More
Profesor adscrito al Departamento de Ciencias Empresariales.
Profesor adscrito al Departamento de Ciencias Empresariales.
Un dilema nos obliga a elegir una de dos alternativas; el problema se complica cuando se quiere lograr tres objetivos y solo es posible alcanzar dos de ellos. Este es el problema de un Banco Central interesado en alcanzar autonomía de la Política Monetaria, manteniendo abierto el mercado de capital, con estabilidad en el tipo de cambio. Aquí hay un trilema consistente en que necesariamente se tiene que sacrificar un objetivo.
Cuando el objetivo de autonomía en la política monetaria es irrenunciable, el trilema se reduce a un dilema: Mercado abierto de capital o tipo de cambio estable.
El gran Economista socialista Noruego Jan Tinbergen, Premio Nobel de Economía 1969, al que su hermano Niko siguió los pasos obteniendo el Nobel de Biología en 1973, estableció un principio básico de Política Económica: “Si se quiere alcanzar N objetivos se necesita N instrumentos de política, uno para cada objetivo”, así por ejemplo, si se quiere lograr estabilidad de precios y pleno empleo, se debe diseñar dos instrumentos, uno para cada objetivo. El problema es que los instrumentos pueden estar en conflicto, es decir ser contradictorios en el sentido que al acercarnos a uno nos alejamos del otro objetivo.
Esto es precisamente lo que sucede en la conducción de la Política Monetaria: los instrumentos orientados a lograr un objetivo van en contra de otro, lo que ha permitido concluir que un Banco Central no puede alcanzar simultáneamente los tres objetivos de tipo de cambio estable en un contexto de mercado abierto de capitales, manteniendo la autonomía de la Política Monetaria.
Por ejemplo, si para frenar las presiones inflacionarias, el Banco Central eleva la tasa de interés de referencia, esto alienta la llegada de capitales especulativos en busca de esa mayor rentabilidad, lo que se traduce en una caída en el tipo de cambio o apreciación de la moneda nacional, que obliga al Banco Central a restringir el ingreso de moneda extranjera elevando la tasa de encaje. El marco teórico de este análisis fue aportado por Mundell y Fleming.
En su artículo “El fracaso de las metas inflacionarias”, publicado en el último número de la revista Caretas, el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz sostiene con respecto a la fijación de metas inflacionarias mediante el uso de la tasa de interés de referencia, que “esta receta se basa en pocas evidencias empíricas o teorías económicas: No hay razón para esperar que independientemente de la causa de la inflación, la mejor respuesta sea aumentar las tasas de interés”. Uno esperaría, dice Stiglitz, que la mayoría de países tuviera el sentido común de no implantar metas inflacionarias, y sentencia “vayan mis condolencias a los desafortunados ciudadanos de los países que lo han hecho”, entre los que se encuentran Perú, Chile, Colombia, Brasil, México, Canadá y Reino Unido.
Lo cierto es que hasta el momento, los Bancos Centrales de los países mencionados han logrado éxito en la conducción de sus políticas para alcanzar los objetivos deseados y cuentan con mejores herramientas para enfrentar las perturbaciones macroeconómicas ante la coyuntura de crecimiento económico mundial generalizado que permite contar con fundamentos macroeconómicos sólidos en cuanto a reservas internacionales, equilibrio fiscal y estabilidad de precios, lo que no los exime de tomar las precauciones correspondientes ante los desbalances mundiales que pueden amenazar la estabilidad interna reflejada en empleo y estabilidad de precios y externa reflejada en el equilibrio de la Balanza Comercial y de Pagos.