El Arquitecto se dedica a planear, proyectar y construir espacios arquitectónicos requeridos por la humanidad para el desenvolvimiento de actividades de subsistencia y progreso; teniendo como característica fundamental el conocimiento tanto de las necesidades humanas como de los recursos, elementos y sistemas para resolverlos eficazmente..
Su campo abarca además de la inspiración artística, un adecuado manejo de aspectos funcionales y medioambientales, el cálculo científico en lo que se relaciona con la obra arquitectónica; incluyendo la intervención técnica y pericial derivadas del arte de construir.
Vitruvius afirmaba: “El arquitecto tiene que estar impuesto en muchas ramas del saber y reunir conocimientos de campos distintos, porque en su obra se contrastan el valor de las ciencias y de las artes.”.
Las categorías vitruvianas, son los tres principios que una respuesta arquitectónica debe ofrecer. Utilitas, referida a la cabalidad del cumplimiento de la función, Firmitas, referida a la buena concepción estructural, y Venustas en virtud de la cual se logra que las dos anteriores converjan en armonía estética.
La buena arquitectura tiene un equilibrio entre estos tres elementos, sin sobrepasar ninguno a los otros. No tendría sentido tratar de entender un trabajo de la arquitectura sin aceptar estos tres aspectos
El reto de estudiar en una facultad de arquitectura está en el hecho de que, a pesar de ir de la mano con el conocimiento de la tecnología derivada de los avances científicos necesarios para la comprensión de las competencias relacionadas con el proceso de edificar –Firmitas- no está circunscrita en las profesiones de ciencias exclusivamente.
Tiene una dosis de formación humanística derivada de su necesaria articulación con una sólida formación cultural, amén de un adecuado manejo de aspectos funcionales y medioambientales –Utilitas- lo cual no la acerca mucho a las profesiones de Humanidades o Ciencias Naturales; y tiene además una tercera vocación, que es el arte –Venustas- que va más allá de la mera contemplación estética, veamos:
La evolución de la Historia del Arte deriva de la división tradicional de las Bellas Artes en las llamadas “Artes del Tiempo” inspiradas por las hijas de Mnemosine y sobrinas de Cronos, -las Musas, quienes amparan todas las expresiones que requieren de una bien entrenada memoria, ya que el artista debe vivificar la obra en el tiempo, liberándola de los apuntes escritos- a las que se considera más espirituales y sutiles que las “Artes del Espacio” o artes plásticas -la arquitectura, la escultura y la pintura- que están siempre bien encarnadas en el mundo material, en las cuales el artista se enfrenta a una materia maleable, que opone resistencia para poder trabajar y manipularla a fin de plasmar en ella lo que afecta el espíritu humano y que, requiere de técnicas y habilidades para poder expresarlo
Como recalca Zevi, “la verdadera esencia de la arquitectura, la que la diferencia de la pintura y de la escultura, es el espacio interior, en el cual el hombre vive y se mueve, una arquitectura que para ser comprendida y vivida requiere el tiempo de nuestro recorrido, la cuarta dimensión. El espacio interior es, la dimensión propia del trabajo del arquitecto”.
Por si fuera poco, la competitividad actual, añade un cuarto factor que es la capacidad de gestión -Gerens- . Tiempos en que el arquitecto aguardaba la convocatoria del cliente han quedado atrás; hoy y en el futuro previsible, un arquitecto debe tener aptitud para generar sus propios proyectos. Lograr esto implica familiarizarlo con un conjunto de conocimientos adicionales provenientes de las ciencias administrativas. Todo esto nos brinda un panorama de lo compleja en que ha devenido la tarea de la formación profesional del arquitecto.
jueves, 19 de junio de 2008
Arquitectura: Arte y Ciencia
Por: Velia Beltrán Centurión
Docente adscrita al Departamento de Ingeniería.