jueves, 10 de enero de 2008

La familia, comunidad de paz: un desafío para cada uno

En su mensaje por la celebración de la Jornada Mundial de la Paz este primero de Enero, el Papa Benedicto XVI eligió como tema central: la familia, comunidad de paz.

Ciertamente no es la primera vez que el Papa se refiere a la familia, basta leer sus discursos en ocasión del V Encuentro Mundial de las Familias realizado en Valencia en el año 2006 y tantas referencias posteriores, sólo que llama a primera vista la atención el vínculo que expresa entre familia y paz mundial.

Según el Santo Padre: “…la primera forma de comunión entre las personas es la que el amor suscita entre un hombre y una mujer decididos a unirse establemente para construir juntos una nueva familia. Pero también los pueblos de la tierra están llamados a establecer entre sí relaciones de solidaridad y colaboración, como corresponde a los miembros de la única familia humana…”

El mensaje destaca la relación entre la familia, la sociedad y la paz. Relación que considera la familia como sociedad natural, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social; y que en la vida familiar “…experimentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo. Por eso, la familia es la primera e insustituible educadora de la paz….”

Ahora bien, este reconocimiento no resulta sólo declarativo, sino que muestra en su propia naturaleza una necesidad de protección jurídica. Por ello, al recordar la Declaración Universal de los derechos humanos en su sexagésimo aniversario y la Carta de los derechos de la familia promovida por la Santa Sede, evidencia que el matrimonio y familia explicitan la ley natural, inscrita en el corazón del ser humano y que se manifiesta por la razón.

Refiriéndose a la eficacia de las normas internacionales que componen la familia humana, el Santo Padre señala que “…para lograr que sean verdaderamente eficaces es preciso remontarse a la norma moral natural como base de la norma jurídica, de lo contrario ésta queda a merced de consensos frágiles y provisionales. El conocimiento de la norma moral natural no es imposible para el hombre que entra en sí mismo y, situándose frente a su propio destino, se interroga sobre la lógica interna de las inclinaciones más profundas que hay en su ser. Aunque sea con perplejidades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, al menos en sus líneas esenciales, esta ley moral común que, por encima de las diferencias culturales, permite que los seres humanos se entiendan entre ellos sobre los aspectos más importantes del bien y del mal, de lo que es justo o injusto...”

Con claridad y firmeza, el Romano Pontífice señala que “…quien obstaculiza la institución familiar, aunque sea inconscientemente, hace que la paz de toda la comunidad, nacional e internacional, sea frágil, porque debilita lo que, de hecho, es la principal « agencia » de paz…”

En este sentido, y destacando la situación actual, expresa que cualquier debilitamiento a la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, en la acogida responsable de una nueva vida, y en la oposición al derecho a la educación representa un impedimento objetivo para lograr la paz. Es por ello que, tanto para una consideración personal como social, dentro de un ordenamiento interno como en un ordenamiento internacional, no se puede promover la paz sino se considera a la familia.


En el primer Mensaje del año 2008, el Papa Benedicto XVI nos invita y al mismo tiempo nos presenta el desafío de ser forjadores de la paz desde la familia.

Rafael Santa María D’Angelo
Profesor adscrito al Dpto. de C.C. Jurídicas USAT