miércoles, 3 de diciembre de 2008

“LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS, DESDE LA EX CORDE ECCLESIAE”


Por: Víctor Alvitres Castillo
Rector USAT

La misión fundamental de la Universidad es la constante búsqueda de la verdad mediante la investigación; esa verdad nueva, que se descubre, para producir conocimiento dirigido al bienestar de la persona y la sociedad. Pero en las Universidades Católicas además es imprescindible que en el cultivo de las distintas áreas del conocimiento se manifieste una apertura a la dimensión trascendente del ser humano; esto es, que en sus estudios se preocupen por una perspectiva ética y antropológica de sus disciplinas, pues tienen un papel ineludible como base y catalizadores del saber.

La Ex Corde Ecclesiae «carta magna de las Universidades Católicas», refiere a las casas superiores de estudio como centros excepcionales de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad; es, por consiguiente, el lugar donde los investigadores examinan la realidad con los métodos propios de cada disciplina académica, contribuyendo así al enriquecimiento del saber humano.

Entonces, la investigación aborda necesariamente: la consecución de una integración del saber, el diálogo entre fe y razón, una preocupación ética y una perspectiva teológica.

Es por eso congruente que en la búsqueda de la verdad debe comprometerse el diálogo entre fe y razón, evidenciando que la investigación metódica en todos los campos del saber, si se realiza de una forma auténticamente científica y conforme a las leyes morales, nunca será en realidad contraria a la fe. Es en este contexto, como el saber en el campo de la investigación científica y tecnológica debe servir a la persona humana; por eso la investigación se debe realizar siempre preocupándose de las implicaciones éticas y morales, inherentes tanto a los métodos como a sus descubrimientos.


Esto se colige con lo que Juan Pablo II (1980), en un discurso en la UNESCO, decía: “Es esencial que nos convenzamos de la prioridad de lo ético sobre lo técnico, de la primacía de la persona humana sobre las cosas... Los hombres de ciencia ayudarán realmente a la humanidad sólo si conservan el sentido de la trascendencia del hombre sobre el mundo y de Dios sobre el hombre"

La Ex Corde Ecclesiae, asimismo refiere que dada la íntima relación entre investigación y enseñanza, conviene que las exigencias de la investigación, influyan sobre la formación profesional. En la enseñanza de cada disciplina, de manera sistemática y según sus propios métodos, la interdisciplinariedad es importante para ayudar a los estudiantes a adquirir una visión armónica de la realidad y a desarrollar un deseo incesante de progreso intelectual. Este análisis de la realidad, se debe realizar en las aulas: clases, seminarios, proyectos, trabajos de investigación, publicaciones, actividades y otros eventos que manifiestan el dinamismo de la universidad y esa constante preocupación por conocer la verdad y transmitirla a los demás.

Así pues, como ya se refirió, el descubrimiento de la verdad no sería pleno sino incluyera la tan necesaria síntesis entre fe y razón, puesto que en este diálogo se puede ver más profundamente cómo fe y razón se encuentran en la única verdad. Para la búsqueda de la verdad es preciso que las distintas áreas del conocimiento cultivadas en la Universidad manifiesten una apertura a la dimensión trascendente del ser humano, que nos preocupemos en los trabajos e iniciativas por una perspectiva ética y antropológica de las disciplinas, y nos esforcemos por desarrollar una comprensión holística en la cual lo filosófico y lo teológico tengan un tarea insoslayable como sustentos y catalizadores del saber.

En esta Constitución Apostólica de Juan Pablo II «Nacida del corazón de la Iglesia», se indica que la Universidad Católica, como cualquier otra Universidad, está incluida en la sociedad humana, y por tanto debe ser un instrumento eficaz de progreso cultural tanto para las personas como para la sociedad. Asimismo refiere que sus actividades de investigación deben contener el estudio de los graves problemas contemporáneos, como, la dignidad de la vida humana, la promoción de la justicia, la calidad de vida personal y familiar, la protección de la naturaleza, la búsqueda de la paz y de la estabilidad política, distribución equitativa de los recursos del mundo y un nuevo ordenamiento económico y político que sirva para mejorar a la comunidad humana.

De este modo, la investigación universitaria deberá orientar a investigar en profundidad los orígenes y las causas de los graves problemas de nuestro tiempo, prestando especial atención a sus dimensiones éticas y religiosas. Incluso la Ex Corde Ecclesiae llega a decir que si es necesario, la Universidad Católica deberá tener la valentía de expresar verdades incómodas, verdades que no halagan a la opinión pública, pero que son también necesarias para salvaguardar el bien auténtico de la sociedad

De esto se infiere que en nuestra libertad de investigación debemos asumir un compromiso dirigido al bienestar y cultura de la humanidad, así como nos recordaba el Papa Juan Pablo II en su discurso a los Profesores Universitarios en el marco del Jubileo del año 2000, “… la cultura debe ser a medida de la persona humana, superando las tentaciones de un saber plegado al pragmatismo o disperso en las infinitas expresiones de la erudición y, por tanto, incapaz de dar sentido a la vida.

Por esta razón, habéis reafirmado que no existe contradicción, sino más bien un nexo lógico, entre la libertad de la investigación y el reconocimiento de la verdad, a la que tiende precisamente la investigación, a pesar de los límites y las fatigas del pensamiento humano…”