miércoles, 16 de julio de 2008

FAMILIA Y SOCIEDAD (I)


Por: Jesús Castillo More.
Docente adscrito al Departamento de Ciencias Empresariales.


En su libro “Familia y Sociedad” (Editorial Universitaria, Santiago 1998), el profesor de sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Pedro Morandé se pregunta cual es el fundamento de la conocida afirmación de que la familia es la “célula básica de la sociedad”.

Responde que la familia está íntimamente vinculada a la ontogénesis que es el proceso mediante el cual un ser humano particular llega a la existencia y se desarrolla en ella como ente individual.

Se nace y se muere en familia, en ella se adquieren los rasgos más fundamentales e inconscientes del carácter y de la identidad personal, como los hábitos más variados en relación al trabajo, valores, la educación, el ahorro, el gasto, la salud, la enfermedad, las diferencias de comportamiento, las maneras de sentarse a la mesa, de conversar y discrepar, de valorar el tiempo y tantas otras características que determinan el pensamiento, la acción y la comunicación de las personas. Incluso, quienes por su historia personal han visto destruida o debilitada su familia y la han experimentado con sentido traumático en alguna circunstancia, no les será fácil superar la influencia que los vínculos familiares habrán dejado en su carácter o en su memoria.

La familia está íntimamente vinculada a la ontogénesis de cada ser humano y acompaña una parte fundamental de su desarrollo, especialmente en el momento de formación de la identidad personal. En ella se aprende que significa ser persona.

En segundo lugar, la afirmación tiene un fundamento histórico y social, verificado por antropólogos y sociólogos, con los métodos de las ciencias positivas, en un sinnúmero de sociedades. Los sistemas de parentesco, fundados en la prohibición universal del incesto, obligan a la exogamia es decir al matrimonio con alguien que no pertenece al mismo grupo vinculado por el parentesco, creando de este modo, vínculos de reciprocidad intergeneracional que constituyen la red social sobre la cual descansa la subsistencia y el desarrollo de las sociedades.
La estabilidad o crecimiento de la población, su estructura por edad y la reposición de las personas fallecidas son fenómenos sociales muy directamente vinculados a la familia.

Es en el hogar de la familia, el lugar donde se produce la satisfacción de las necesidades básicas de las personas, la crianza de los hijos, la alimentación, el aprendizaje del idioma, los hábitos de salud, el reposo. La familia se ha asociado históricamente con el hogar, es decir, con el lugar del fuego, en su múltiple significación de calor, preparación de la comida, espacio interior y protegido para el amor, la reproducción humana y para toda forma de sociabilidad desinteresada y gratuita. Si esto puede decirse en forma desagregada de cada familia, en forma agregada, considerando el conjunto de las familias, se puede afirmar que a través de ellas la sociedad se cuida y protege a si misma.

En tercer lugar, la familia es la “célula básica” de la cultura, es decir de la sabiduría humana que se cultiva y transmite de una generación a otra, dando continuidad social e histórica a la comprensión del fenómeno humano.En cuarto lugar, la afirmación de que la familia es una institución básica de la convivencia social tiene también una dimensión normativa, reconocida por el ordenamiento jurídico. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por las Naciones Unidas en 1948 se sostiene que “los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna, a casarse y fundar una familia...La familia es elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”(Art. 16).