lunes, 14 de julio de 2008

BIOÉTICA DE LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS


Por: Blgo. César A. Ñique Carbajal.
Docente adscrito al Dpto. de Ciencias de la Salud.
Miembro del Centro de Investigación en Bioética.


Desde que el hombre se convierte en agricultor y ganadero, la genética le ha permitido la mejora y selección de manera empírica de aquellas razas y especies que poseían características interesantes para su producción. En los últimos años la genética molecular ha aportado el conocimiento científico de la variabilidad de los organismos y la evolución de las especies, en tal sentido la comprensión de tales mecanismos genéticos permite a los investigadores la manipulación de las especies ya existentes mediante estrategias útiles, para la obtención de organismos de uso potencial para el hombre.

En este contexto aparecen los alimentos genéticamente modificados o alimentos transgénicos, los cuales son alimentos modificados en su patrimonio genético a través de la tecnología del ADN recombinante, donde los genes modificados pueden ser propios o no, proporcionándole una característica diferencial en relación al alimento ya existente. Dicha modificación se ha podido realizar gracias a los avances en la identificación genómica y el desarrollo de técnicas biológicas que han permitido no solo conocer la estructura del ADN si no también su papel en la expresión contenida en su código. La obtención de estos nuevos alimentos, se realiza mediante la inserción de una cantidad proporcionalmente mínima de ADN en comparación con el genoma total del alimento.

En la actualidad, hablar de alimentos genéticamente modificados, es algo común. La prensa publica mucha información a veces correcta, y en ocasiones distorsionada, no cabe duda que estos alimentos que son ya una realidad, es el hijo predilecto de la llamada “revolución biotecnológica”, siendo el hombre capaz de reprogramar el código de la vida y de “crear” nuevas especies antes inexistentes, de acuerdo con nuestros intereses económicos, sociales, etc. Esto lo afirman expertos en biotecnología del mundo. Por el contrario la opinión encontrada de los ecologistas conservadores, es de total rechazo ante tales avances biotecnológicos, los mismos que consideran no estar ajenos a intereses comerciales de las empresas que los desarrollan, como tampoco a los problemas que se podrían presentar en el plano de la salud humana sino se demuestra su inocuidad.

Frente a una diversidad de opiniones sobre los “alimentos transgénicos”, al amparo de conocer la verdad, surge la Bioética como aquella ciencia que analiza las implicaciones de la investigación biológica y de la biotecnología, a la vez que revisa las posibles repercusiones en salud, ambiente y sociedad, argumentando y dando respuesta a los efectos de ciertas investigaciones e innovaciones, mas allá de las implicaciones estrictamente científicas. En este sentido al analizar la conducta del hombre a la luz de los valores humanos, encuentra en los organismos genéticamente modificados, un campo muy amplio por las implicaciones económicas y sociales de los descubrimientos y sus aplicaciones. Como principio ético general debemos considerar que cualquier alteración o modificación de la intimidad genética de una especie debe estar orientada siempre al servicio del hombre o de la naturaleza, es decisivo que el hombre tome conciencia de que la protección de si mismo pasa necesariamente, por la protección de la naturaleza, cuando el hombre no ve en ella mas que meros objetos, susceptibles de extraer beneficios, no tardará mucho en trasladar esa visión cosificada a las personas que le rodean.

Se discute solo en términos de una posible productividad y rentabilidad para la agricultura intensiva y para el consumo humano, el cultivo y la comercialización de las especies transgénicas; sin embargo, en muchas ocasiones faltan protocolos rigurosos sobre los efectos, a corto, mediano y largo plazo, de los alimentos transgénicos en salud y en definitiva sobre el equilibrio ecológico, pero para situar convenientemente el debate bioético sobre los alimentos trasgénicos hay que partir de una critica previa a la moderna visión instrumental de la naturaleza, reconociéndole su valor inherente, considerando ciertos limites a la actuación humana, impidiendo la consideración de lo creado como un mero objeto susceptible de apropiación. Curiosamente uno de los caballos de batalla a favor del cultivo de los alimentos transgénicos por parte de las grandes empresas transnacionales es el incremento en la productividad, sin embargo tal como informará la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación: “el hambre actual no es un problema básicamente de producción, sino de distribución de alimentos”; información que es confirmada por la ONU, el 16 de octubre del 2003, en el Día Mundial de la Alimentación, donde se menciono que: “el problema no es la cantidad de alimentos, sino la falta de acceso a los mismos”.