Por: Julio Rojas Chávez
Profesor adscrito al Departamento de Ciencias de la Educación
Profesor adscrito al Departamento de Ciencias de la Educación
La sociedad del conocimiento coloca a la matemática en un lugar preponderante, puesto que la ciencia y su producto, la tecnología, tienen como fundamento a la matemática y sus aplicaciones. Por otro lado, la educación matemática juega un papel importante en el desarrollo de la humanidad: prepara para la vida, es de gran valor instrumental para las otras disciplinas y promueve el desarrollo del pensamiento lógico. En este marco, la educación matemática resulta especialmente importante en los primeros años de vida.
En la práctica, sin embargo, los fines señalados no se cumplen. Se perciben limitaciones en el desarrollo del pensamiento lógico matemático y en su expresión ostensible, la competencia matemática. Así lo demuestran los bajos índices de desempeño de los alumnos en la IV Evaluación Nacional del Rendimiento Estudiantil (UMC/MINEDU, 2004). Dicha evaluación concluye, además, que hay relación directa entre los aprendizajes que muestran los estudiantes y las habilidades de sus profesores. La UNESCO (2005) demanda priorizar el desarrollo de habilidades cognitivas, como el razonamiento lógico matemático, y las actitudes personales hacia la solidaridad y la convivencia, como parámetros que marcan la calidad educativa en el mundo.
Por ello, resulta pertinente reflexionar acerca de los fines de la educación matemática que demanda la sociedad actual y la formación del docente en la Especialidad de Educación Primaria, a quien corresponde asumir la educación matemática de los niños y niñas.
Es evidente la necesidad de un nuevo enfoque de la enseñanza de la matemática, el mismo que debe precisarse desde el proceso de formación del docente, incorporando las bases epistemológicas y científicas de la materia, así como las condiciones espirituales y trascendentales del futuro docente. Para esto, priorizar entre el conocimiento de la materia que se va a impartir o la teoría didáctica relacionada –disyuntiva planteada tradicionalmente- resulta reduccionista. Es necesario considerar la formación personal como una nueva variable, la más importante en el proceso educativo. El desarrollo de actitudes y valores positivos, conjuntamente con las técnicas y el conocimiento de la materia, son los tres aspectos que otorgan calidad al proceso educativo.
Para la Región Lambayeque y el Perú, es reconfortante comprobar que la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, forma docentes de Educación Primaria atendiendo las tres dimensiones descritas, pues, además de las asignaturas de especialidad, los planes de estudios comprenden las áreas de Cultura Universitaria y Dirección de Personas a fin de garantizar que sus estudiantes desarrollen una visión integral de la educación matemática.
De este modo, se forman las personas y profesionales que la sociedad necesita.
En la práctica, sin embargo, los fines señalados no se cumplen. Se perciben limitaciones en el desarrollo del pensamiento lógico matemático y en su expresión ostensible, la competencia matemática. Así lo demuestran los bajos índices de desempeño de los alumnos en la IV Evaluación Nacional del Rendimiento Estudiantil (UMC/MINEDU, 2004). Dicha evaluación concluye, además, que hay relación directa entre los aprendizajes que muestran los estudiantes y las habilidades de sus profesores. La UNESCO (2005) demanda priorizar el desarrollo de habilidades cognitivas, como el razonamiento lógico matemático, y las actitudes personales hacia la solidaridad y la convivencia, como parámetros que marcan la calidad educativa en el mundo.
Por ello, resulta pertinente reflexionar acerca de los fines de la educación matemática que demanda la sociedad actual y la formación del docente en la Especialidad de Educación Primaria, a quien corresponde asumir la educación matemática de los niños y niñas.
Es evidente la necesidad de un nuevo enfoque de la enseñanza de la matemática, el mismo que debe precisarse desde el proceso de formación del docente, incorporando las bases epistemológicas y científicas de la materia, así como las condiciones espirituales y trascendentales del futuro docente. Para esto, priorizar entre el conocimiento de la materia que se va a impartir o la teoría didáctica relacionada –disyuntiva planteada tradicionalmente- resulta reduccionista. Es necesario considerar la formación personal como una nueva variable, la más importante en el proceso educativo. El desarrollo de actitudes y valores positivos, conjuntamente con las técnicas y el conocimiento de la materia, son los tres aspectos que otorgan calidad al proceso educativo.
Para la Región Lambayeque y el Perú, es reconfortante comprobar que la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, forma docentes de Educación Primaria atendiendo las tres dimensiones descritas, pues, además de las asignaturas de especialidad, los planes de estudios comprenden las áreas de Cultura Universitaria y Dirección de Personas a fin de garantizar que sus estudiantes desarrollen una visión integral de la educación matemática.
De este modo, se forman las personas y profesionales que la sociedad necesita.