Por: María Teresa Sánchez Julca
Profesora adscrita al Departamento de Ciencias de la Salud.
Hemos escuchado hablar de células germinales, células madre, células tumorales pero seguramente hemos escuchado poco o nada acerca de las células espumosas. Estas células son Macrófagos[1] cargados de lípidos que se originan a partir de los monocitos o de las células musculares lisas, es importante saber de ellas pues recientemente en un estudio publicado en la última edición de la revista de acceso abierto Plos Pathogens analiza la función de una población particular de células que forman parte de los granulomas que se forman después de la infección por TBC, denominadas “macrófagos espumosos”.
Estas células están llenas de lípidos, que aportan nutrientes al bacilo de la tuberculosis. Los investigadores[2] han encontrado que dentro de estas células espumosas, el Mycobacterium tuberculosis no se replica, pero permanece vivo absorbiendo los lípidos de la célula huésped, es más, se ha observado como el mismo bacilo induce la transformación de los macrófagos en células espumosas.
Desde hace tiempo se investigan los mecanismos que permiten que el bacilo (bacteria en forma de bastón) pueda permanecer latente y reactivarse al cabo de unos años. Es sabido que cuando la bacteria entra dentro del organismo a través de las vías respiratorias, provoca una reacción inflamatoria y es fagocitado por los macrófagos de los pulmones, una especie de aspiradoras celulares que absorben los patógenos. Posteriormente, los macrófagos y otras células inmunitarias se acumulan en la zona infectada y forman lo que se denomina un granuloma, que confina la bacteria y, en condiciones normales, impide que se extienda.
Esta situación se llama infección latente y en situaciones de inmunodeficiencia, el bacilo es capaz de reactivarse y provocar la tuberculosis. Este descubrimiento es importante para ofrecer un modelo que pueda desarrollar nuevos antimicrobianos contra la infección tuberculosa latente y colaborar en la recuperación y cura definitiva de los pacientes con tuberculosis.
Estas células están llenas de lípidos, que aportan nutrientes al bacilo de la tuberculosis. Los investigadores[2] han encontrado que dentro de estas células espumosas, el Mycobacterium tuberculosis no se replica, pero permanece vivo absorbiendo los lípidos de la célula huésped, es más, se ha observado como el mismo bacilo induce la transformación de los macrófagos en células espumosas.
Desde hace tiempo se investigan los mecanismos que permiten que el bacilo (bacteria en forma de bastón) pueda permanecer latente y reactivarse al cabo de unos años. Es sabido que cuando la bacteria entra dentro del organismo a través de las vías respiratorias, provoca una reacción inflamatoria y es fagocitado por los macrófagos de los pulmones, una especie de aspiradoras celulares que absorben los patógenos. Posteriormente, los macrófagos y otras células inmunitarias se acumulan en la zona infectada y forman lo que se denomina un granuloma, que confina la bacteria y, en condiciones normales, impide que se extienda.
Esta situación se llama infección latente y en situaciones de inmunodeficiencia, el bacilo es capaz de reactivarse y provocar la tuberculosis. Este descubrimiento es importante para ofrecer un modelo que pueda desarrollar nuevos antimicrobianos contra la infección tuberculosa latente y colaborar en la recuperación y cura definitiva de los pacientes con tuberculosis.
[1]Los macrófagos son células fagocíticas de los tejidos de los mamíferos,son uno de los pilares de la respuesta inmunitaria: se encargan tanto de eliminar bacterias y otros cuerpos extraños por fagocitosis , como de presentar a los glóbulos blancos las moléculas frente a las cuales deben generar los anticuerpos.(The Dictionary of Cell Biology, Lackie and Dow, 3rd ed.).
[2]Fréderic Altare, del Institut National de la Santé et la Recherche Médicale (INSERM) y ha contado con la participación de investigadores del Instituto de Farmacología y de Biología Estructural del Centre National de la Recherche Scientifique de Toulousse, Francia.