jueves, 27 de marzo de 2008

En defensa de la Vida Humana: Día del Niño por Nacer



Por: Mgtr. Blgo. Antero Yacarini Martínez

Centro de Investigación en Bioética-USAT


El pasado 25 de Marzo se celebró en nuestro país, al igual que en muchos países, el Día del Niño por Nacer, en el Perú este reconocimiento fue dado por el Congreso de la República, mediante Ley Nº 27654 del año 2002, en donde se destaca el inicio de la vida humana en el momento de la concepción hasta el momento de su nacimiento.

Esta celebración del Día del Niño por Nacer es una oportunidad para la acción y la reflexión de la sociedad acerca de este maravilloso don de la vida que tenemos los seres humanos frente a situaciones homicidas como es el aborto, llamado también como “interrupción del embarazo”como quiera que se realice o la forma que adopte.

La Vida Humana se inicia en el momento mismo de la concepción producto de la unión del espermatozoide y el óvulo dando lugar a un nuevo individuo de la especia humana. Ha sido demostrado recientemente, mediante complejos y refinados experimentos de biología molecular, que los ejes del desarrollo embrionario comienzan a definirse ya en los minutos y en las horas siguientes a la fusión de los gametos. Estos estudios son significativos porque hasta hace pocos años se creía que los embriones humanos eran un “cúmulo indistinto de células” hasta llegado el momento de la formación del disco embrionario, estructura mediante la que se define el diseño general del cuerpo y se empiezan a modelar los diferentes órganos y tejidos.(1)

Las células que constituyen el embrión en los primeros estadios de división son totipotentes y tienen la capacidad de desarrollarse como cualquier tipo celular embrionario y extraembrionario confiriendo una capacidad impresionante de compensación del daño.

Los datos embriológicos permiten afirmar que desde la fecundación existe un individuo de la especie humana sustentado en cuatro características fundamentales: novedad biológica, unidad, continuidad y autonomía. El embrión y más concretamente el cigoto, no es un ser humano potencial sino que es un ser humano real, un “ser en acto”, un viviente humano individual en acto (2). El Papa Benedicto XVI nos dice que “en el ser humano, en cualquier fase o condición de su vida, resplandece un reflejo de la misma realidad de Dios. Por eso, el magisterio de la Iglesia ha proclamado constantemente el carácter sagrado e inviolable de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural. Este juicio moral vale ya en el inicio de la vida de un embrión, antes de que se implante en el seno materno”. (3).

Por ello tenemos el deber moral de defender la vida humana del niño por nacer respetando y valorando así su naturaleza biológica y ontológica propia y con el soporte de la bioética sustentar los argumentos científicos que defiendan esta postura.



(1) LÓPEZ MORATALLA, N. Los quince primeros días del embrión humano. EUNSA, Pamplona, 2004
(2) PONTIFICIA ACADEMIA PRO VITA. El embrión humano en la fase de preimplantación. 2006.
(3) S.S. Benedicto XVI, Discurso a los miembros de la Pontificia Academia para la Vida, 27-II-06.