Fernando Alfredo Riofrío Zúñiga
Profesor adscrito al Departamento de Ciencias Teológicas
En el mundo occidental predomina hoy una mentalidad positivista. Según este modo de pensar, “solo el tipo de certeza derivada de la combinación de la matemática con lo empírico puede considerarse científica. Cualquier disciplina que quisiera exigir estatus de ciencia debe ser medida con este criterio. De ahí que las ciencias humanas, como la historia, la psicología, la sociología y la filosofía, no puedan conformarse a este canon de cientificidad”[1]. De este modo el positivismo pretende excluir del ámbito de las ciencias “la pregunta de Dios, haciéndola aparecer como no científica o precientífica”[2]. En consecuencia, “nos enfrentamos a una reducción del radio de acción de la ciencia y la razón, que debe ser cuestionada”[3].
Hay que decir que la tesis que atribuye el status de ciencia exclusivamente a aquellas disciplinas que emplean la combinación de las matemáticas con el método experimental, es insostenible y es contradictoria en sí misma. Veamos porqué.
Toda ciencia parte de unas nociones primeras y unos principios primeros de cada ciencia, sin los cuales tal ciencia no puede formular ninguna proposición ni formular hipótesis alguna, ni mucho menos realizar experimentación: Así, por ejemplo, la Física parte de la noción de cuerpo, que extrae de la experiencia corriente y cotidiana. Se llama “cuerpo” a una cosa constituida de partes cuantitativamente desplegadas en el espacio que puede ser movida y cambiar. Sin esta noción, el Físico no puede hacer ningún razonamiento científico, ni diseñar ni realizar experimento alguno, porque sobre esta noción el Físico basa todo el edificio de su ciencia, así como las leyes y teorías de la Física.
Sin embargo, la noción de “cuerpo” es un conocimiento que no es materia de experimentación alguna. Y, como es propio del método de la Física que las demostraciones a las que arribe estén vinculadas a la experimentación, en consecuencia, ni la Física ni ninguna ciencia experimental puede revisar el valor de verdad de la noción primera de la que parte: “cuerpo”. Pues esta noción o conocimiento no es empíricamente observable.
Por tanto, los conocimientos de las ciencias empíricas se sustentan en conocimientos de aspectos meramente inteligibles que no son captables por los sentidos y que, por esto mismo, no son objeto de experimentación alguna. Uno de esos aspectos puramente inteligibles de las cosas físicas, que no son sensorial ni empíricamente detectables, es precisamente la corporalidad de las mismas.
Puesto que las ciencias empíricas apoyan todas sus conclusiones sobre la base fundamental y estructural de otros conocimientos primeros que no se vinculan a experimentación alguna; luego, es forzoso concluir que tales conocimientos o nociones primeras deban ser estudiados por otra ciencia que analice su validez de verdad sin usar el método experimental. Esta ciencia es la Filosofía Primera o Metafísica.De lo cual se desprende la falsedad del postulado del Positivismo que atribuye la calidad de ciencias exclusivamente a aquellas que emplean el método experimental.
[1] Discurso de S. S. Benedicto XVI, Encuentro con los representantes de la ciencia, Aula Magna de la Universidad de Ratisbona, 12 de septiembre de 2006.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.