lunes, 28 de abril de 2008

De la luna…su lágrima

Velia Beltrán Centurión
Docente adscrita al Dpto. de Arquitectura

El runa simi “lengua de los hombres” trastocada a “lengua de indios” a la llegada de los españoles -aunque no deja de ser motivo de orgullo para los peruanos por su versatilidad y dulzura- no resulta muy adecuado cuando los naturales de esta zona costera del norte del Perú nos encontramos en la búsqueda de vocablos que nos caractericen para destacarlos, pues no dibuja nuestra identidad local.

El Muchik en cambio, es la lengua oriunda de nuestra región, señalada por algunos autores como Yunga -tal vez porque así se refirieron a ella los primeros cronistas, para diferenciar la lengua que hablaban los nativos de las zonas más templadas, del Quechua o runa simi que se hablaba en las zonas más altas-. Esta “sinonimia” no nos parece muy adecuada debido a que encontramos zonas yunga también en el sur como en flanco oriental de la cordillera e inclusive fuera de nuestro territorio (Cochabamba – Bolivia, Jujuy – Argentina) por lo que resulta siendo imprecisa de modo que quedémonos denominándola Muchik únicamente.

No se trata de negar a un idioma autóctono para encumbrar a otro, sino de tomar conciencia de que tenemos muchas cosas más que valorar; podríamos aplicar el símil de lo que sucede con el Pisco Sour, que es el trago nacional, pero además los norteños contamos con nuestro delicioso trago regional, el Cóctel de Algarrobina.
Hoy centraremos nuestra atención en el loche ya que encaja con nuestra búsqueda de elementos que nos caracterizan, denominado por un vocablo de origen Muchik, el que ha sido bautizado con el epíteto de “Oro Mochica” en atención tanto a su gran valía como a la fuerte coloración de su interior -que varía de los amarillos intensos hasta tonos casi naranja- debida a su alta concentración de xantofilas y carotenos, lo que nos habla de sus bondades alimenticias.


Concientes como estamos de que conociendo el pasado tenemos mayor capacidad de comprender y valorar el presente, para proyectarnos a un mejor futuro, fuimos a donde los especialistas en tratar de revivir esta lengua casi extinta, de la que solo subsisten una regular cantidad de vocablos -nombrando a los productos típicos de flora y fauna de esta región así como algunos toponímicos y apellidos-, y encontramos que el significado de la palabra loche vendría a ser algo así como “Lágrima de la luna”; y decimos algo así, pues no se conoce con certeza la estructura gramatical de esta lengua, lo que sí está claro es que significa que de la luna cayó una lágrima, no resultando quizá tan relevante la manera en que ésto se pueda expresar, sino el significado en sí mismo.

Ahora bien, no creemos que sea posible dar la traducción exacta debido a que en cualquiera de las formas que intentemos hacerlo, estaríamos siempre sesgados por la estructura gramatical occidental que poseemos, ya que no se conoce a ciencia cierta en qué medida la sintaxis, alguna declinación o un sufijo o prefijo, podría imprimir, enfatizar o cambiar un vocablo. ¿Lágrima de la luna? Lágrima de luna? De la luna su lágrima?... mmm… no, tal vez si fuera del oriente su fruto.

Y esto casi poético no es un hecho aislado, al parecer nuestros ancestros que supieron vivir en armonía con su entorno pudieron encontrar maneras de denominar a las cosas, diríase que tratando de escucharlas hablar y preguntándoles respetuosamente cómo les gustaría ser nombradas. Y el loche respondió; lo hizo a través de su forma… Una gota, una lágrima… y lo dijo con su génesis, pues su siembra y su cosecha están íntimamente ligadas a los “estados de ánimo” de la luna, es decir con sus fases.

El loche será lo máximo –para mí lo es- pero tampoco es pepita de oro para gustarle a todo mundo, y lo que subyace a su nombre que a unos nos puede fascinar, a otros sencillamente les puede resultar indiferente o inclusive no gustarles… y no vamos a negar que no ha de faltar a quien no sólo no le agrade el significado sino hasta le parezca lúgubre porque relaciona las lágrimas con tristeza, pero… ¿es que acaso no hay lágrimas de felicidad? Y me atrevería a afirmar que son las más auténticas.