martes, 17 de febrero de 2009

"TOMA DE POSESIÓN COMO RECTOR"


Por: Dr. Hugo Calienes Bedoya
Rector de la USAT


Mons. Ignacio de Orbegozo

En primer lugar mi agradecimiento a la Asociación, representada por nuestro Gran Canciller Mons. Jesús Moliné Labarta, por la confianza que deposita en mi persona. Teniendo frente a mí el retrato de Mons. Ignacio María de Orbegozo, fundador de esta Universidad, no puedo dejar de dirigirme a él. Durante siete largos años tuve la fortuna de tratarlo de manera muy cercana.

Recuerdo que al día siguiente de mi llegada a Chiclayo tuvo el desproporcionado detalle –así era él de magnánimo- de ir a mi casa a buscarme para mostrarme las distintas iniciativas que la diócesis estaba llevando a cabo; entre ellas, me trajo al entonces Instituto Pedagógico, cimiento de lo que es hoy nuestra querida Universidad, y con gran ilusión me habló de todo lo que esperaba de esta actividad formativa. Luego cada lunes, exceptuando cuando estaba de viaje, almorzábamos juntos y manteníamos una enriquecedora tertulia.

En esos encuentros fui conociendo su rica personalidad, que ya intuí cuando lo conocí en mi época de universitario en Sevilla (España). De sus labios tuve noticias de este ambicioso proyecto universitario. Realmente, supo entusiasmarme, aunque por entonces no pensaba que algún día formaría parte activa del mismo. Lo que hice fue rezar –como me lo pidió- para que se hiciera realidad. Dios quiso llevárselo a la Casa Paterna antes de ver su proyecto en funcionamiento.

Mons. Jesús Moliné

Mons. Jesús Moliné Labarta tomó la posta como Obispo de la Diócesis y como Gran Canciller. Continuando con el relato de los beneficios recibidos, diré que también he tenido la inmensa suerte de tratar muy de cerca a Mons. Moliné y de compartir sus ilusiones de servicio a la Iglesia, y a la humanidad, a través de la enseñanza universitaria.

Con estos breves recuerdos quiero decirles que tengo el deseo de interpretar en cada momento, con gran sentido de responsabilidad, el pensamiento que ha hecho posible esta Universidad, siguiendo los pasos de Mons. Orbegozo y Mons. Moliné, que a su vez se han identificado con las directrices que emana la Santa Sede para las universidades católicas.

La vocación universitaria

Sin pretender hacer un recuento programático, señalaré algunas ideas que pueden ser útiles para la gestión de los directivos de la Universidad en el equipo que tengo el honor de presidir como rector.

La Universidad es un recinto privilegiado dentro de la sociedad: es el faro que la ilumina; la luz que le señala el rumbo certero; el lugar apacible donde se encuentra seguridades, no porque huya de la realidad y de su contingencia sino porque, precisamente, enfrenta sus problemas con una visión más alta, la de la sabiduría; de esta manera, sin estar fuera del tiempo, supera la inmediatez del día a día. “La Universidad (…) se ha revelado siempre como un centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad”. [1]

La sociedad espera mucho de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, “Ella comparte con todas las demás Universidades aquel gaudium de veritate, tan caro a San Agustín, esto es, el gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en todos los campos del conocimiento. Su tarea privilegiada es la de "unificar existencialmente en el trabajo intelectual dos órdenes de realidades que muy a menudo se tiende a oponer como si fuesen antitéticas: la búsqueda de la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad" [2]. No es preciso recordar que la USAT tiene como principio axiológico: La consecución de una síntesis entre fe y cultura que conduzca a la formación integral de las personas, y al desarrollo de la sociedad [3].

La Universidad aporta a la sociedad el saber superior. Por eso, su misión primordial es incrementarlo a través del estudio y de la investigación. De la sobreabundancia de conocimientos adquiridos, surge generosa la docencia, que va ineludiblemente unida a la formación integral del estudiante.

Como bien dice el filósofo español Leonardo Polo: “Si una parte de la producción universitaria va al sociedad, la otra parte de la producción universitaria va a la historia” [4]

Promoción del estudio

Estimados profesores, lo dicho deja claro que la tarea propia del claustro docente es el estudio, porque sólo por medio del estudio se puede desentrañar la verdad que las cosas encierran. Si esta idea no se enraíza en cada uno, hasta constituir como una segunda naturaleza, no estaremos aptos para dar una buena docencia, y defraudaremos a nuestros estudiantes.

Lo más importante en cada Universidad son los profesores. Somos los profesores los que hacemos la Universidad. Los profesores, en definitiva, somos la Universidad, porque encarnamos los valores propios del espíritu universitario, y la hacemos posible.


Uno de los objetivos prioritarios –casi diría que es el objetivo- que me he trazado, son los profesores de la USAT: su capacitación en todas sus dimensiones de persona. Esta misma preocupación la tendrá el equipo con quien trabajaré; es lógico que esperemos la contraparte –la correspondencia- de los docentes.

Inspiración cristiana

No puede resultar indiferente para el profesor universitario de la USAT, la “búsqueda de significado” de los descubrimientos científicos y tecnológicos e, incluso del mismo hombre; este es un tema que interesa a la Iglesia, y que magistralmente expone Juan Pablo II en la “Ex Corde Ecclesia”, cuando afirma:

Si es responsabilidad de toda Universidad buscar este significado, la Universidad Católica está llamada de modo especial a responder a esta exigencia; su inspiración cristiana le permite incluir en su búsqueda, la dimensión moral, espiritual y religiosa, y valorar las conquistas de la ciencia y de la tecnología en la perspectiva total de la persona humana.” [5]

La USAT necesita profesores, que sean a la vez humanistas cristianos: los necesita la universidad porque los necesita urgentemente el mundo de hoy.

Polo afirma que “la Universidad moderna ha fracasado en la construcción de un mundo más humano; ha cumplido su función de dirigir la historia encomendándola solo a las ciencias de la naturaleza. Si las ciencias del espíritu no aparecen también en escena, si no entran en simbiosis, entonces la sociedad se estropea, el progreso se hace unilateral, y terminan en un conjunto de iniciativas que se contradicen entre si…” [6] . Por eso, “(…) para que la universidad cumpla su misión con respecto a la sociedad futura, es preciso que las humanidades muestren su rendimiento social[7]

Las ciencias de la naturaleza requieren de las ciencias del espíritu para construir un orden internacional justo: es todo un reto: “Los saberes del espíritu o son vividos o no existen. No son valores objetivables, susceptibles de ser guardados en una biblioteca”. [8]

En esta línea, pueden hacer mucho el Instituto “Persona y Cultura”, el Instituto de La Familia, el Centro de Bioética y en general las direcciones de Departamento con sus programas de capacitación continúa al profesorado.

Impulso de crecimiento

Como es lógico, la biblioteca tendrá un papel destacado en la búsqueda del saber superior. Ya se vienen poniendo los medios para convertirla en una de las más avanzadas técnicamente del mundo universitario peruano.

Seguiremos creciendo en todos los órdenes: en infraestructura y como personas con una vocación de servicio muy específico vivido en y desde la Universidad. Para ello, requerimos que la Comunidad Universitaria haga suya la USAT, sea proactiva, rica en iniciativas, que sienta sus problemas -que siempre serán de crecimiento- como propios; y que este dispuesta, cada día más, a involucrarse en su engrandecimiento.Estos retos se harán realidad si hay dedicación de tiempo. No se puede ser profesor universitario “al paso”.

Con orgullo podemos afirmar que la USAT es una de las Instituciones que más respeta a la familia y cuida que el trabajo universitario no invada sus espacios propios, pero exige el máximo de rendimiento en las horas asignadas a ese trabajo universitario, que tiene unos indicadores precisos: si hay más estudio, habrá mejor calidad de investigación, con sus publicaciones respectivas; habrá también mejor docencia y mejor atención a los alumnos y a sus familiares y un largo etcétera, que trabajaremos todos juntos.

Consideraciones finales

Quizá deba decir algo personal. Unos me conocen de vista o de oídas, otros han trabajado conmigo y unos pocos son nuevos para mí y yo para ellos. Cada persona tiene su estilo de gobierno y no caben comparaciones en la línea de “mejor” o “peor”.

Me gusta la sinceridad, el dar la cara. Aprecio mucho al que asume la responsabilidad de sus propias acciones, aunque alguna vez esté equivocado. Tengo muy en alto la amistad, y precisamente por eso, no permito instrumentalizarla: se equivoca quien piensa que por amistad se pueden subordinar los intereses de la Universidad. Busco el consenso, la colegialidad. No soy amigo de las largas reuniones donde se improvisa; valoro el trabajo individual, previo a las reuniones, y bajo este supuesto, apuesto por las reuniones cortas.

Somos una dignísima comunidad científica en igualdad de capacidades pero con distintas funciones; sobra decirles que las puertas del rectorado están abiertas de par en par para recibir todas las buenas iniciativas, también las sugerencias de mejora y corrección, que engrandezcan a nuestra universidad.

Se que cuento con cada uno de ustedes en esta ambiciosa aventura de hacer –desde la Universidad- un mundo más justo, más solidario, más humano y, en definitiva, más cristiano.

Para terminar, mi agradecimiento al Dr. Víctor Alvitres y a la Dra. Olinda Vigo por la gestión realizada. Cuando solo se busca servir, cada relevo es un paso más en el proceso de crecimiento y maduración, nunca una vuelta atrás.
Gracias.


Chiclayo, 4 de febrero de 2009



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[1] Juan Pablo II, “Ex Corde Ecclesia”, Introducción,
[2] Juan Pablo II, “Ex Corde Ecclesia”, Introducción,
[3] Principios axiológicos de la USAT
[4] L.Polo “El profesor Universitario”,Pág. 19, Colección Algarrobo Nº 42, UDEP, Piura, 1996
[5] Juan Pablo II, “Ex Corde Ecclesia” Nº 7,
[6] L.Polo “El profesor Universitario”,Pág. 42-43, Colección Algarrobo Nº 42, UDEP, Piura, 1996
[7] Ibidem
[8 Ibidem