Por: Mgtr. Blgo. Antero Yacarini Martínez
Centro de Investigación en Bioética-USAT
En las dos últimas décadas, se ha puesto en duda que el embrión humano, desde el primer momento de su concepción sea una persona humana. Entonces surgen ciertas interrogantes como: ¿Cuándo se inicia a la vida humana?, ¿en qué momento el embrión humano asume un estatuto biológico, moral y jurídico propio?.
El problema central es definir exactamente el estatuto del embrión humano, tomando como ayuda y complemento las aportaciones de las ciencias biológicas, la filosofía, el derecho, la ética y la teología misma, por ello los fundamentos sólidos al respecto se plantean en las siguientes interrogantes ¿quién o qué es el embrión humano, ¿qué deberes tenemos la sociedad con respecto al embrión humano?, ¿cuáles de esos deberes hay que legislar? y ¿cuál de sus derechos hay que velar y tutelar?[1]
Ante ello podemos afirmar que el embrión humano es una persona humana valorado primero por su naturaleza biológica la cual desde la fecundación se presenta como un individuo de la especie humana sustentado en cuatro características fundamentales: novedad biológica, unidad, continuidad y autonomía, bajo una diálogo molecular entre madre e hijo, además de su estado ontológico caracterizado por su dignidad. Por otro lado no existe algún argumento científico sobre el término “pre-embrión” puesto que el tan sólo hecho de la capacidad molecular del cigoto ya infiere la conformación de un nuevo ser con características genéticas y ontológicas diferentes y se convierte así en un embrión y no un “pre-embrión”, este término es un neologismo científico sin mayor sustento y su invención permite la negación del carácter individual y personal del embrión humano con un fin utilitarista como material para la investigación [2]. Los datos embriológicos permiten afirmar que desde el momento en que el óvulo es fecundado se inicia una vida que no es la del padre o la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Se inicia así una nueva vida humana cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar. Los sustentos antropológicos, ontológicos y éticos fortalecen más la argumentación biológica del estatuto del embrión humano basado en sus derechos y deberes y su naturaleza como un nuevo ser, como una persona humana. [3].
La bioética tiene un rol importante en esta argumentación científica permitiendo así humanizar las ciencias y tecnologías biotecnológicas frente a las grandes atrocidades que se realizan hoy en día con los embriones sin respetar su valor y dignidad como personas, la investigación en este campo es ardua pero la verdad siempre saldrá a la luz.
2 TOMÁS, G. y POSTIGO, E. Bioética personalista: ciencia y controversias.1ª ed. Madrid: Ediciones Internacionales Universitarias. S. A, 2007.
3 ZURRIARÁIN, R. Los embriones humanos congelados. Un desafió para la bioética. Tribuna Siglo XXI, 2007.