Dr. Hugo Calienes Bedoya
Decano de la Facultad de Medicina
La Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo ha sido creada con la “fundada esperanza de contribuir a un nuevo florecimiento de la cultura cristiana en el contexto múltiple y rico de nuestro tiempo cambiante, el cual se encuentra ciertamente frente a serios retos, pero también es portador de grandes promesas bajo la acción del Espíritu de verdad y de amor (1). Por esta razón desde sus inicios ha puesto una especial atención en aquellos temas álgidos del momento presente. Atención que ha ido unida a una exigente formación de sus profesores para que estén en las mejores condiciones profesionales de enfrenarlos: “Su tarea como académicos y científicos, vivida en la perspectiva de la luz cristiana, debe considerarse sumamente valiosa para el bien de la Universidad en la que enseñan. Su presencia, en efecto, es un estímulo constante para la búsqueda desinteresada de la verdad y de la sabiduría que viene de lo Alto” (2).
El campo de la Bioética –ciencia relativamente joven- es a toda luces uno de los temas más actuales y controversiales en el que está en juego nada menos que el futuro de lo que se entiende por dignidad humana, cuyo significado nunca fue puesto en duda y cuya sacralidad fue respetada y defendida desde los comienzos de la humanidad.
La USAT sin ánimo de singularizarse, por su axiología y por la cualificación de sus profesores universitarios, está llamada a asumir un papel protagónico en el mundo universitario del país con la fundación del primer “Centro de Investigación en Bioética”. Es una misión que le corresponde como universidad católica: “En efecto, el diálogo de la Iglesia con la cultura de nuestro tiempo es el sector vital, en el que «se juega el destino de la Iglesia y del mundo en este final del siglo XX». No hay, en efecto, más que una cultura: la humana, la del hombre y para el hombre. Y la Iglesia, experta en humanidad, según expresión de mi predecesor Pablo VI hablando a la ONU, investiga, gracias a sus Universidades Católicas y a su patrimonio humanístico y científico, los misterios del hombre y del mundo explicándolos a la luz de la Revelación” (3). Es un reto que no se puede soslayar. Una tarea que la USAT no pretende llevarla a cabo sola, necesita del aporte de las distintas universidades hermanas del Perú y del mundo.
Todo gran proyecto supone tiempo y trabajo ponerlo en marcha. Desde que la universidad decidió seguir está línea de investigación, hizo falta dotar a los futuros profesores encargados de este Centro de la capacitación adecuada. Han pasado varios años desde entonces y hoy puede mostrar una plana lo suficientemente preparada para empezar la tarea: Coordina el Centro de Investigación en Bioética, el médico Hugo Calienes Bedoya, magíster en Bioética por la universidad de Murcia (España) e integran el equipo los magísteres en Bioética: biólogo Antero Yacarini (universidad católica san Vicente Mártir, Valencia-España), el abogado Rafael Santa María (universidad pontificia Regina Apostolorum, Roma-Italia), la enfermera Mirtha Cervera (universidad de Murcia-España), la abogada Ana María Olguín Brito (master en Matrimonio y Familia, pontificia universidad Lateranense e Instituto Juan Pablo II, Roma-Italia), la enfermera Mary Susan Carrasco (universidad de Murcia-España), el biólogo Cesar Ñique (universidad de Murcia-España), los sacerdotes P. Jorge Millán (especialista en teología moral y master en Ciencias de la Familia, universidad de Navarra- España) y el P. Rolando Monteza (filósofo, universidad de Navarra-España).
El Centro de Investigación en Bioética viene realizando un programa de actividades lo suficientemente ambicioso como corresponde a este tipo de iniciativas. Al trabajo rutinario (estudios, resolución de consultas, clases, conferencias, etc.) se unirá la puesta en marcha de una maestría en Bioética. Se ha propuesto ser sede de los diversos eventos científicos nacionales e internacionales sobre el tema. Para octubre, coincidiendo con el décimo aniversario de la USAT, está invitado el presidente de la “Academia Pontificia para la Vida”, Monseñor Elio Sgreccia.
La realidad global nos presenta una serie de valores e interpretaciones del ser humano, que muchas veces, reducen las dimensiones fundamentales de la persona a aspectos meramente físicos, biológicos o funcionales. Así, dependiendo de las filosofías antropológicas que las sustentan, hay diversas corrientes en Bioética. Un grupo numeroso se apoya en una concepción laicista del ser humano: el sociobiologismo, el neocognitivismo, el neoutilitarismo y el neocontractualismo. Por otra parte está la corriente que se sigue fundamentalmente en América, el principialismo, que muestra serias contradicciones internas y que es incapaz de resolver los auténticos problemas éticos. El centro de Investigación en Bioética de la USAT, opta por la Bioética Personalista que reivindica la noción integral de persona (con un destino trascendente) y es la que mejor respeta su dignidad y el valor del ser humano desde el momento de su concepción hasta su muerte natural.
(1), (2) y (3), Juan Pablo II, “Ex corde Ecclesia”, Roma, 13.I.1989