martes, 7 de julio de 2009

“EL DOCENTE UNIVERSITARIO Y SU PODER DE ENCANTAR AL ESTUDIANTE.”


Por: Mirtha Flor Cervera Vallejos
Subdirectora Departamento de Ciencias de la salud.

La gran preocupación de todo buen docente es el estudiante y sus necesidades, traducidas en enseñarle a saber pensar, investigar y elaborar, para ello, el profesor tiene necesariamente que ser erudito de la ciencia que explica, poseer coherencia de vida, docto en contenidos teóricos y metodológicos, llegando incluso a la capacidad de diseñar su disciplina como un proceso de enseñanza-aprendizaje que potencie el desarrollo integral del futuro profesional, que se enfrentará a la vida en un mercado que reclama renovación permanente.

Esta renovación permanente, resulta de cumplir la misión asumida al participar de la vida universitaria : investigar y formar , misión caracterizada por poseer intencionalidad actual, resultando renovable, encantadora como apasionante, y no permitiendo tener tiempo para aburrirse, ni mucho menos, para quejarse ante las posibles dificultades, pues la exquisita tarea de ser autor del propio conocimiento por la investigación y la ardua tarea de formar personas, hace que tengamos siempre cosas nuevas que decir, apuntalando la docencia con producción propia, conscientes de los sucesos que transcurren en la sociedad natal y global.

Una de las dificultades que el docente universitario afronta “es la masificación de una cultura que llevan a dudar del valor de la persona humana, del significado mismo de la verdad y del bien; en definitiva, de la bondad de la vida”[1]. Esto no permite o hace difícil transmitir certezas y valores, y resta credibilidad a las metas que se pueden proponer para la vida futura. En este sentido, el profesor tiene que poner en práctica su poder de encantar al estudiante en tres niveles sin desánimos, si, con decisión firme, como lo aconseja su santidad Benedicto XVI : “primero, cercanía y confianza”, todo verdadero educador sabe que para educar debe dar algo de sí mismo y que solamente así puede ayudar a sus alumnos a superar los egoísmos y capacitarlos para un amor auténtico; segundo, “no dejar de lado la gran pregunta sobre la verdad, que conduce al amor; y el amor implica la capacidad de sufrir juntos”; tercero, lo más delicado, “la relación entre libertad y disciplina”; y eso se educa al no secundar los errores, ni fingir que no los vemos, o peor todavía compartirlos, como si fueran la vanguardia del progreso.[2]

Estos tres aspectos, permitirán al docente ponerse metas muy altas, con una gran paciencia que genera tenacidad.[3] ; en la atención por llegar a impregnar en cada uno de sus estudiantes, la integridad, por medio de su buen saber, hacer y bien vivir. Por su parte, los estudiantes estarán encantados con su profesor, por la autoridad que vierte fruto de su experiencia, competencia y coherencia de vida, les ilusionará tomar iniciativas, querer ser mejores, salir del error pronto, empezar una nueva vida, conquistar logros a base de estudio, determinarse por leer y visitar la biblioteca conducentes a tener dudas, hacer preguntas, saber decir no, cuando tienen que decirlo , de esta manera, el universitario como afirma Ponz será una “persona que es capaz de conversar sobre una amplia gama de temas de interés humano y de plantearse interrogantes profundos porque tiene el hábito de considerar con hondura la realidad”.[4]

Que la celebración del día del docente universitario sea un espacio de reflexión para cada uno de los profesores de la USAT , somos testigos de la verdad y el bien , pero también somos frágiles y podemos tener fallos pero no por eso, nuestra credibilidad puede quedar comprometida, lo importante - lo he dichos miles de veces a quienes están a mi lado - es recomenzar siempre de nuevo la tarea, concientes de nuestra fascinante misión : investigar y formar personas para que sean excelentes profesionales, encantados con el poder transformador de su profesor en hacerlos crecer un poco cada día
Finalmente, como lo expresa su santidad Benedicto XVI para ser maestros, cristianos, en cuanto testigos, debemos dar razón de la esperanza que alimenta nuestra vida, viviendo la verdad que proponemos a nuestros estudiantes, en referencia a Cristo. De modo que puedan decir como lo dijo San Agustín: "Tanto nosotros, que hablamos, como vosotros, que escucháis, somos discípulos y seguidores de un solo Maestro".


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[1]Ramiro Pellitero. “Testigos y maestros”. Roma.2009
[2]Benedicto XVI.” Fe razón y universidad. Roma 2006.
[3]Leonardo Polo. “Ética. México”.2000.[4]Francisco Ponz. “Deontología del universitario .Pamplona 2006

“SOBREEXPOSICIÓN MEDIÁTICA”


Por: Milton Calopiña
Profesor Adscrito al Departamento de Humanidades


Curioso término éste de sobreexposición mediática, uno lo pone en el Google (guglear como dicen los gringos) y aparecen miles de referencias, pero muy pocas (por no decir ninguna), pueden ayudarnos a definirlo.

Ni siquiera el Diccionario de la Real Academia de la Lengua da una definición exacta, lo más cercano que encontramos es una de las acepciones de la palabra sobre: “puede indicar también intensificación del significado del nombre al que se antepone” y pone como ejemplos: Sobrealimentación, sobrehumano.

Así que siguiendo lo que dice el diccionario de la RAE, podríamos decir que la sobreexposición mediática, es la exposición exagerada o en demasía a los medios de comunicación. En términos prácticos, es cuando una persona, con o sin consentimiento, planificado o no, tiene una cobertura exagerada por parte de medios de comunicación como radio, televisión, prensa escrita y recientemente Internet.

Ejemplos de personajes sobrexpuestos tenemos al recientemente fallecido Michael Jackson y acá en el Perú, hay cientos de ejemplos en los mundos del deporte, del espectáculo y hasta en la política. En este último campo, estuvo –quizá a su pesar- muy sobrexpuesto el Dr. César Nakazaki al estar llevando casi en simultáneo dos juicios muy sonados.
Ahora, habría que preguntarse ¿es buena o es mala la sobreexposición?

Para contestar esta pregunta habría que recurrir a Aristóteles: la virtud es el justo medio entre dos vicios. En otras palabras: nunca es bueno exagerar.

Hay gente tan desesperada por aparecer en los medios que cree que cualquier prensa es buena prensa, pero no saben el gran error que cometen: la mala prensa (las noticias negativas que se difunden sobre nosotros), nos crea luego una imagen muy negativa en el público que muchas veces persigue al personaje hasta después de su muerte.

Incluso la buena prensa, cuando es exagerada también termina por volverse en nuestra contra: por muy buenas acciones que haga, por muy buenas causas sean las causas que uno se adhiera, si estas son demasiadas, al final el público empieza a dudar de la veracidad de las mismas y el personaje sobrexpuesto lejos de inspirar simpatía, termina cayendo antipático.

Claro, a veces hay circunstancias en las que es imposible evitar verse expuesto en varios medios, pero siempre debemos reflexionar, o en todo caso nuestro director de comunicaciones debe reflexionar y controlar la situación para que todo vuelva a la normalidad y no se exagere más de la cuenta una noticia o una aparición.

Hay casos, sobre todo en las organizaciones en las que se produce una sobrexposición parcial: hay directivos o personajes que aparecen mucho en los medios externos, pero al interior de la organización apenas sí les conoce. Esto puede traer consecuencias muy negativas para el interior de su empresa u organización.

En este caso los directores de comunicación tienen también el deber de advertir a su jefe el desbalance comunicacional y tomar acciones inmediatas de corrección, para que el público interno no considere que su directivo o directivos, no se interesan por los miembros de su propia organización.

En este siglo XXI, cuando las tecnologías de comunicación han alcanzado un alto grado de efectividad, hay que tener mucho cuidado: cantidad no es sinónimo de calidad y es una tarea muy importante para los comunicadores, gestionar bien la comunicación para llegar al justo medio virtuoso del que hablaba Aristóteles.