Por: Jesús Castillo More
Profesor Adscrito al Departamento de Ciencias Empresariales
Dinero (M) se define como la suma de circulante (C) o billetes y monedas en poder del público, más depósitos a la vista (D) o en cuenta corriente. El circulante figura en el pasivo del Banco Central y los depósitos en cuenta corriente, en el pasivo de los Bancos Comerciales. Así, el dinero es deuda del sistema bancario (bancos comerciales) y del Banco Central, es decir, del sistema monetario.
El multiplicador bancario o monetario (m) es el cuociente entre dinero (M) y base monetaria o emisión (B), constituida por el pasivo monetario del Banco Central, es decir, la suma de circulante(C) más los depósitos de los Bancos comerciales en el Banco Central (R). Este multiplicador bancario indica que cada sol de emisión primaria del Banco Central tiene un poder expansivo en la economía debido a que la tasa de encaje fraccionaria permite a los bancos crear dinero porque solo están obligados a mantener en reserva una fracción de los depósitos y el resto lo pueden prestar.
Con esta explicación previa podemos entender que la cantidad de dinero en la economía está determinada por el multiplicador bancario y por la base monetaria o emisión del Banco Central, es decir si m =M/B entonces M = mB, donde M = C + D y donde B = C+ R.
Tenemos entonces que m = C + D/ C + R, de modo que dividiendo el numerador y denominador de esta expresión entre D, obtenemos que m = q + 1/ q + r, donde q =C/D es la preferencia del público entre circulante y depósitos y r = R/D es la tasa de encaje o tasa de reservas.
Si el Banco Central desea provocar una expansión monetaria bajando el denominador de m, puede bajar la tasa de encaje, pero el problema está en la diferencia entre tasa de encaje legal y tasa de encaje que efectivamente mantienen los banqueros. Usted puede llevar un caballo al arroyo, pero no puede obligarlo a beber.
La alternativa es recurrir a la política fiscal, que consiste en el manejo del presupuesto público como herramienta de política económica a través del manejo del gasto del gobierno y de la recaudación de impuestos. Una política fiscal expansiva para reactivar la economía requiere de mayor gasto público o de reducción de impuestos para aumentar el gasto privado.
Bajo un sistema de tipo de cambio fijo, o casi fijo, una política fiscal expansiva presiona al alza la tasa de interés nacional, que atrae la entrada de moneda extranjera proveniente de países donde la tasa de interés de referencia se ha fijado en menos de uno por ciento anual, con lo que la moneda nacional se aprecia, lo que se traduce en pérdida de competitividad internacional del país a través de una presión hacia menores exportaciones y mayores importaciones, con déficit en la balanza comercial, pérdida de reservas internacionales y reversión del efecto expansivo inicial. El trilema del Banco Central establece que no se puede mantener al mismo tiempo una política fiscal expansiva y un tipo de cambio fijo, porque a la larga el Banco Central agota sus reservas internacionales y la política fiscal expansiva se autoderrota.
La moraleja es que tiene que existir coherencia entre las políticas monetaria, fiscal, cambiaria y de remuneraciones para mantener el equilibrio macroeconómico y capear la crisis global minimizando sus efectos adversos para el país.