miércoles, 26 de noviembre de 2008

“SEROTONINA Y CONTROL DEL APETITO”


Por: Rubén Asalde Ramos.
Profesor adscrito al Dpto. Ciencias de la Salud


La serotonina es un neurotransmisor que se produce a partir del triptófano[1], un aminoácido esencial, es decir, de los que el cuerpo no puede fabricar y que sólo podemos conseguir mediante la alimentación.

El triptófano se asimila a partir de alimentos proteicos como carnes de todo tipo, lácteos, huevos, plátano, frutos secos y leguminosas (plantas con frutos tipo legumbre, como las lentejas).Por lo tanto, una dieta balanceada en esta clase de nutrientes garantizará su disponibilidad metabólica.

Los neurotransmisores se utilizan para enviar mensajes y dar órdenes a través del sistema nervioso. La información que pasa de una neurona a otra es de tipo electroquímico. Por ejemplo, cuando los niveles de serotonina disminuyen se manifiesta angustia, tristeza, falta de sueño, enfado y depresión. De otro modo, los niveles elevados mantienen el apetito controlado y existe una sensación general de saciedad y bienestar.

Debido a que la serotonina juega un papel importante en los estados psicobiológicos antes mencionados, la investigación neuroquímica, se ha focalizado en cómo afecta la alimentación a las concentraciones de triptófano, precursor de serotonina, en el cerebro, de manera que se pueda garantizar la síntesis del neurotransmisor como su disponibilidad.

Por otro lado, la investigación farmacológica ha orientado esfuerzos en el control del apetito por medio de medicamentos serotoninérgicos, es decir, aquellos que potencian el efecto de serotonina, bien aumentando su síntesis, inhibiendo su metabolismo, o incrementando su liberación. La administración de agonistas serotoninérgicos no selectivos indirectos, como la fenfluramina, cuyo trabajo es liberar serotonina, o 5-hidroxitriptófano, un precursor de síntesis de serotonina, en ratas de laboratorio, disminuye el apetito. De estos datos, se ha inferido que la serotonina inhibe la toma de comida.[2]

A partir de esto se explica el hecho de que en anoréxicas y bulímicas se encuentren elevados niveles de serotonina.

Quizá pueda pensarse que, en aras de controlar el apetito en las personas, pudiera administrarse alguno de los serotoninérgicos, sin embargo, esto no puede ser posible porque el abuso de estos ha llevado a presentarse el caso del síndrome serotoninérgico, con efectos como hiperactividad autonómica (fiebre, taquicardia, diarrea, vómitos, diaforesis), trastornos neuromusculares (temblores, mioclonía, rigidez…) y, en el peor de los casos, mortales.

Desde otro ángulo, varios de los artículos revisados sugieren que la mayor síntesis de serotonina en una persona se alcanza cuando no recibe estímulos lumínicos, es decir, cuando duerme, quedando altas concentraciones al amanecer. Esto explica por qué muchas personas no sientan apetito al levantarse.

Esta idea ya se ha propuesto en algunos centros educativos en donde muchos de los estudiantes, especialmente los más pequeños, asisten tomando un “desayuno a medias” por la inapetencia de la mañana. Los docentes y padres de familia, desconociendo el efecto de la serotonina, conversaban que el niño no estaba organizado en la ingesta de sus alimentos y que debiera corregirse; cuando quizá, lo que debía cambiarse era la hora del primer recreo…

[1]Devlin, T. Bioquímica, libro texto con aplicaciones clínicas. 4ª ed. España: Reverté S. A.; 2004
[2]Gomez-Jarabo G. INDOLAMINAS: Serotonina [Internet]. Madrid; 2006 [Citado: 2008-11-12]. Disponible en: http://www.biopsicologia.net/fichas/page_79.html