Por: Soledad Guerrero Quiroz
Profesora adscrita al Departamento de Ciencias de la Salud
El sueño es un proceso en el que se produce una alteración del estado de conciencia, del que se puede despertar el sujeto en cualquier momento y que tiene lugar de forma periódica.
Los patrones de sueño en los adolescentes difieren de los niños y de los adultos, ya que ellos necesitan alrededor de 9 horas diarias; los recién nacidos de 16 horas y los adultos suelen dormir entre 7 y 8 horas. Sin embargo, hay personas para las que sólo 5 horas diarias de sueño son suficientes y gente que duerme hasta 10 horas en la etapa adulta.
Si una persona no ha dormido suficientes horas durante varios días, el cuerpo crea una “deuda de sueño” por tanto tendrá que dormir más horas los días posteriores, para compensar la falta del mismo.
La falta de sueño repercute en todos los aspectos de la vida de una persona, desde su capacidad de prestar atención hasta su estado de ánimo. Dormir menos horas de las necesarias (de siete a ocho diarias) altera la capacidad de respuesta del lóbulo prefrontal, la parte del cerebro que regula las emociones, y conduce a comportamientos 'irracionales y primarios', también se dice que la falta de sueño disminuye nuestra capacidad inmunológica, afecta al metabolismo y afecta gravemente a las capacidades de aprendizaje y de la atención.
Son muchas las profesiones que actualmente requiere de personas en estado de vigilia y que no tienen el descanso necesario por lo que se les encuentra mucho más irascible de lo normal, físicamente aparecen cansadas y en muchas ocasiones desorientadas, dificultad a la hora de concentrarse y de mantener la atención y es en la mañana cuando los efectos de la falta de sueño se hacen más evidentes y a medida que van pasando las horas estos van desapareciendo, se podría decir entonces que el sueño no es lujo, sino una necesidad biológica para mantenernos emocionalmente sanos, capaces de aprender y con una ganancia de términos de energía, espacio y recursos.
Esta ganancia, será llevando a la práctica unos consejos sencillos: evitar la cafeína, no ir hambriento ni lleno a la hora de acostarse, levantarse a la misma hora en las mañanas, evitar rutinas de ejercicio antes de dormir y si estando en cama no se logra conciliar el sueño, no dar vueltas en la cama sino levantarse y tratar de dormir parado Ud. podrá darse cuenta que el sueño se produce pronto y nada hará que despierte.
