lunes, 19 de octubre de 2009

"BEBE PROBETA"



Por: César A. Ñique Carbajal
Profesor Adscrito al Departamento de Ciencias de la Salud

En 1978 nació Louise Brown, el primer bebé probeta del mundo, como resultado de los experimentos de los Doctores Robert Edwards y Patrick Steptoe, los pioneros británicos en la técnica de unir un espermatozoide y un óvulo en el laboratorio para obtener un cigoto e implantarlo en el útero. Actualmente son miles de personas que han venido al mundo a través de la técnica de la fecundación in vitro y sus variantes.

Sin embargo lo que inicialmente se concibió como una técnica más de las que podía disponer la Medicina para el tratamiento de la infertilidad matrimonial, ha ido perdiendo en el transcurso del tiempo tal argumentación, por los casos extremos de su aplicación que en la actualidad son materia de un debate bioético, tales como: mujeres que a los 60 años gestan gemelos, parejas que quieren tener un hijo utilizando un vientre de alquiler, la selección del sexo del hijo, la utilización de embriones sobrantes con fines experimentales, entre otros. Sin duda el uso que tienen estas técnicas de la fecundación artificial caen en la pendiente de utilizar la fecundación fuera del escenario natural no solo para fines de procreación (mal entendida), sino de investigación y experimentación, haciendo del embrión un objeto, al cual producimos y lo destinamos al fin que queremos pues tenemos un dominio o propiedad sobre el; tal como lo afirma Elio Sgreccia: “se trata de una perspectiva reduccionista de la medicina, no solo como método, sino también como intención, ya que prescinde de la persona humana y de su valor ontológico, situando a la biología humana en el mismo plano de la animal” [1]

Pero en qué consiste esta técnica y qué complicaciones podría ocasionar a la persona humana, para ello es importante antes que nada definir la técnica en si, se trata de hiperestimular los ovarios de la mujer es decir en lugar de producir un óvulo maduro, ese mes producirá varios (entre 5 a 10), los cuales son extraídos por medio de una punción controlada por ecografía; una vez que los espermatozoides del esposo son manipulados para que adquieran capacidad fecundante, se lleva a cabo la fecundación en una platina de un microscopio que contiene dos pipetas especiales de todos los óvulos extraídos de la mujer (a esto se le llama fecundación homologa, cuando se recurre a los gametos de los esposos). Luego los embriones obtenidos se observan al microscopio para verificar su desarrollo normal, aquellos que tienen divisiones irregulares o blastómeros dañados son destruidos. Finalmente de los de mejor apariencia se toman tres, los cuales se transfieren al útero de la mujer mediante un cánula especial, con la probabilidad de que el embrión se implante en la cavidad uterina y suceda el deseado embarazo, lo demás embriones sobrantes se guardan congelados. [2]

Dentro de las complicaciones que entraña la fecundación in vitro, sobre todo las clínicas no podemos dejar de mencionar: el síndrome de hiperestimulación ovárica, caracterizado por el crecimiento ovárico, la acumulación de líquidos en los espacios intersticiales, desequilibrios electrolíticos, hipovolemia y oliguria; otra complicación clínica es el aumento de la incidencia de malformaciones fetales, observándose que en el ovocito tras la estimulación con FSH o citrato de clomifeno, el 50% de los cariotipos esta alterado; y otra complicación es la asincronía en el desarrollo endometrio-embrión, el cual es vital para que se lleve a cabo la implantación del embrión en el útero. A estas complicaciones también se pueden sumar los embarazos de riesgos, donde el riesgo afecta tanto a la madre como al hijo.

Existen un sin numero de repercusiones no solamente clínicas, si no morales también, sobre el proceso de “tecno-fecundación” que a dado origen a lo llamados “bebes probetas”, que ameritan ser analizados desde un punto de vista antropológico y ético, ya que la fecundación artificial atenta contra la dignidad del que va-a-ser concebido, porque lo cosifica, desvinculando el acontecimiento pro creativo (la concepción) del acto conyugal (la relación sexual), la concepción del hijo no tiene lugar en el seno de dos personas que se aman, sino en una probeta y a la vista de personas que tienen con el que va-a-ser concebido una relación de tipo objetual, de señorío y dominio, como la que se da entre el “productor” y su “producto”, tanto que esta dispuesto a destruirlo si manifiesta cualquier “defecto de producción”. Y esto viene pasando tal como lo afirma Luis M. Pastor porque el hombre ha caído en: “la tentación de intervenir en el delicado proceso de la transmisión de la vida y de someterlo a su imperio” [3]


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[1] Sgreccia Elio. Manual de Bioética. Editorial Bibliteca Autores Cristianos: Madrid; 2009.

[2] Pardo Antonio. Fecundación in Vitro Publicado en la revista Mundo Cristiano, III-96

[3] Pastor Garcia Luis Miguel. La vida embrionaria y su respeto en los albores del siglo XXI ISBN 84-7490-426-9, Págs. 167-197